Cementeri de Poblenou

En estos tiempos de ultradiseño y modernez, en los que Barcelona llega a asustar en ocasiones, se agradece la existencia de estos lugares que uno siempre guarda en su cabecita como remansos de paz y de elogio a difuntos. Piedra, piedra y más piedra: labrada, esculpida en clasicismos, alegorías, barroquismos… Una delicia para el paseante que puede ver en sus losas y panteones la grandeza hasta la muerte de la Barcelona burguesa, la misma que impulsó el modernismo, el Eixample, la industria… Lástima que no se puedan hacer fotos, las buenas lenguas dicen que por cuestión de respeto a los allí sepultados, otras –ni buenas ni malas– dicen que para evitar un morboso mercadillo de postales.

Este cementerio merece realmente la etiqueta de «único en la ciudad»… Y es que el Cementiri de Poblenou nos cuenta la historia de toda Barcelona.
Este lugar fue ideado en el siglo XVIII como solución a los problemas que causaban las fosas comunes de las parroquias. Como aquello era una guarrería, se decidió crear un cementerio en este barrio de la ciudad.
Más tarde, la burguesía catalana del siglo XIX ordenaría remodelarlo creando panteones y grandes esculturas para demostrar esa fastuosidad tan propia de esa gente.
Desde 2004, forma parte del circuito de rutas guiadas por los cementerios, donde también encontramos el de Montjuïc.
En el Cementiri de Poblenou están enterrados ilustres como Lola Anglada (la de los scouts), o los escritores Xavier Benguerel y Narcís Oller entre otros.
Pero además de todos ellos, en el Cementiri de Poblenou está enterrado mi abuelo, que sin desmerecer, me resulta mucho más importante que el resto.
¡Feliz estancia!