Una cosa que me hubiera gustado hacer de jovencilla, es cantar. Me encanta la música, tengo buen oído, una voz particular… pero la conjunción de todos estos elementos, a priori adecuados para entonar canciones, en mi caso, no me digáis a santo de qué, pero no funciona. Así pues, en mis años mozos, me tuve que conformar con hacer algún que otro coro(donde quedaba disimulada, claro está) y, sobre todo, ir a ver como ensayaban los que si se dedicaban a ello en serio. ¿Y dónde?. Pues en el sótano de esta tienda. Manel, el hijo del dueño, me dejaba bajar para ver y oír a lo más granadito de la Barcelona de los 70 mientras estudiaban partituras y las ponían en voz y música. ¡Que lujo! Las broncas que recibía en casa por llegar tarde a cenar o por oler a tabaco que echaba para atrás, merecían la pena por todo lo que veía y vivía ahí abajo. No se si ahora se seguirá ensayando en el sótano. Conociendo a Manel, que es quien lleva el negocio ahora, seguro que si. Si vais a comprar una guitarra, un saxo, un piano, una flauta, unas cuerdas de bajo, o lo que sea(tienen de todo) preguntadle si aún hay sesiones«clandestinas» y si las hay, pedidle que os deje asistir a una. Probablemente os sorprenderá ver ensayar a ese artista que vende tantos discos mientras una cantante, que está de gira en la ciudad, improvisa con él un tema que jamás verá la luz y que no se volverá a repetir. Ah…y contádmelo, por favor!