El Yate

un poco antiguo y cutrillo pero cierran tarde y va bien para comprar tabaco!

En mi caso Barcelona fue antes destino favorito de vacaciones antes que lugar de residencia. Cuando estaba de visita me hospedaba en casa de un amigo, situada en el mismo edificio cuyos bajos, en la esquina de Muntaner con Arimón, ocupa el bar Yate. No es un bar de barrio, toda la pátina que lo recubre habla de vieja gloria, resistente al óxido gracias a una clientela fiel muy peculiar. Traspasar su umbral es entrar en un universo de particularidades, que responden al estímulo amistoso de sus camareros, auténtico equipo profesional, de esos que se saben hasta el nombre de las mascotas de los clientes. Yo solía acodarme en la barra para un fugaz café con leche, pero me daba tiempo a observar a caballeros y damas de triste o alegre figura, de gintonic perenne o esencia de coñac o sencillo desayuno, como en mi caso. Luces anaranjadas, esas que hoy llaman cálidas, respaldos de piel en las sillas… ¿o era skay? En fin, nada de eso me hizo evitar rondar por el lugar… otra cosa es que ese micromundo pegase con el entorno, aunque porqué no va a haber contrastes también en la zona alta.