En la esquina de Campo Florido con Puerto Príncipe, a puerta y media de ese remanso culinario que es La mamadera, abre sus puertas el Indians, un restaurante informal en un edificio de una sola planta, destacable fundamentalmente por su enorme terraza superior con espacio para cuarenta o cincuenta cubiertos. Se diría que fue abierto a finales de los ochenta, por los nombres de algunos platos y por la decoración de la planta baja, con paredes de un gris brillante, triunfal y preolímpico. A pesar de su amplia carta de crepes, bocadillos y cosas de comer con las manos, una parrilla veraniega en la terraza suministra también carnes nada desdeñables. Pese a ser quizá algo pretencioso en sus intenciones y en sus precios, no es un mal plan de noche veraniega si nos da por retrotraernos en espíritu a los años en los que Mariscal dejaba de ser underground.