Jordi Fluvià Creus

Podólogo. Esa es una profesión que –lo siento– no habría elegido jamás. Sin embargo, es uno de los médicos a los que más me gusta ir. De hecho, es uno de los pocos a los que voy con tranquilidad y de los que salgo con alegría.
Me encanta que me cuiden los pies y más ahora que se acerca el verano y que las sandalias sustituirán a las botas. Dentro de nada, los dedos de los pies dejarán de estar tapados y aprisionados y lucirán libres. Al aire. Al sol…¡Que alegría!
Por tanto está llegando el momento de pedirle cita a este médico. No solo me cuida los pies… también me soluciona problemas con una facilidad pasmosa.
Ejemplo: el año pasado, después de un largo y frío invierno tenía los dedos como acartonados. Me dolían en cuanto andaba más de lo normal. Pero no un poquito, no. Mucho, mucho. Y me preocupé, claro. Visita al doctor Fluvià…y como MacGyver: me lo arregló con un simple esparadrapo.
Yo, que me veía en el quirófano, postrada en el lecho de dolor, sin poder dar un paso… y nada, me sujetó los dedos doloridos con un triste esparadrapo y a los dos días ya estaba como para correr una maratón.
Lo de que me mimen, pues, lo dejaremos para otra ocasión.
Importante: si vais, pedid cita antes, que está muy solicitado.