Los Cubos – L’Estel Ferit

Resulta inútil añadir algo al espléndido comentario de Paula M. Impecable. Sólo añadir que se ha convertido en una «zona caliente» para diferente fauna de tocabongos, perroflautistas de Hamelín, ávidos consumidores de cartones de Don Simón, locos y tontos del pueblo… que se agolpan para pillar la sombra que proporciona. Este cúmulo le resta bastante encanto, pero bueno, me sigue pareciendo un estupendo monumento totalmente conspicuo.

Una torre de cuatro cubos de acero y vídrio con ventanas, mal colocados uno sobre otro, forman L’Estel Ferit (La Estrella Herida), la escultura de Rebecca Horn (1944, Michelstadt) que desde las reformas olímpicas de 1992 sirve de monolito innovador y renovador abriendo la nueva Barcelona al mar.
El monolito guarda un cierto equilibrio desequilibrado, como si desde el Universo la hubieran lanzado a la arena para señalar la playa en un gran mapa cósmico y al caer se hubieran descolocado las piezas o pisos de la torre. De aquí la evocación de la estrella herida.
La torre de cubos representa, en realidad, las casetas de madera de los chiringuitos que antes de las Olimpiadas poblaban la línea de playa y que ahora son historia. Por otro lado (o por el mismo) también «habla» — quizás más «por lo bajini” — de las viviendas cuarto de piso, pequeñas y amontonadas, características del barrio de la Barceloneta desde su construcción a mediados del S. XVIII… aunque también hay quien ve en ella los cubitos de hielo del cubata.
Sea como fuere, el monolito de Los Cubos funciona magnéticamente como punto de encuentro, lugar de referencia para turistas perdidos, obra de arte contemporáneo a la que hacerle fotos, marca logotipo de las playas y discoplayas de la Barceloneta, reloj de sol y banco para dormir la siesta.