Es una papelería con mucho material, en la que hay que abrirse paso con cuidado para no derribar las pila de cuadernos, carpetas, folios, etc… Tiene todo aquello que necesitamos para las cosas más básicas, y que ni tan siquiera nos damos cuenta que utilizamos. Es de justicia abrir una lanza en favor de las papelerías, porque venden cosas con poco glamour, con poco capital simbólico, y sin embargo resulta todo ello imprescindible para el funcionamiento de nuestra sociedad. Desde bolígrafos, hasta cartuchos de impresora, pasando por hojas de papel, todo ello se me antoja como imprescindible e impropiamente valorado. Es importante realizar el camino opuesto al que da las cosas por sentadas, esto es, deshacer aquello que vemos y fijarnos en lo más esencial, que no es el bolígrafo como algo dado, sino el vacío anterior al bolígrafo y el proceso por el cual este artefacto maravilloso existe. Solamente haciendo este esfuerzo conseguiremos comprender el extraordinario valor de estas personas, siempre tan modestas, y que buscan tan poco protagonismo, como son los señores que atienden en una papelería y que sacan un bolígrafo de una caja para entregarlo en mano, sin aires de grandeza, ni creer que son algo fuera de lo común. Pues en parte lo son, o por lo menos lo son tanto como los demás, porque sin esos bolígrafos los futbolistas no podrían firmar sus contratos millonarios, y los eminentes escritores no tendrían con qué autografiar los miles de ejemplares vendidos en Sant Jordi.
Óscar S.
Évaluation du lieu : 3 Barcelona
Volverse loco en una papelería es lo que me pasa. Cuando curraba en el edificio Planeta tuve que ir varias veces como buen becario a comprar material para la oficina allí. Tardé más de la cuenta siempre, no por torpe, sino porque a mi me maravilla de forma muy freak todo lo que sean agendas, libretas, chinchetas, papeles y postits. Está bien situado porque obviamente esa es una zona de oficinas pero lo que el trato al público es bastante bueno, saben que tratan con futuros ejecutivos agresivos.