Mercat de Sant Antoni

Esperemos que algún año de estos terminen el Mercat de Sant Antoni.
Mientras tanto podemos disfrutar de las tiendas en este improvisado mercado que se encuentra dentro de estas carpas.
Podremos encontrar, fruterías, carnicerías, pescaderías, zapaterías, mercerías, etc.
Como en todos los mercados, las gangas se encuentran buscando y comparando.
Si lo aplicamos aquí, seguro que algo encontraremos.
Visitadlo si podéis.

Tengo predilección por los mercados de barrio. Entre que soy de pueblo pequeño (Felanitx, Mallorca) y que durante un año y medio fui vecino de Sant Antoni, pues no puedo evitar que me guste este mercado, aunque hoy por hoy este situado en un prefabricado de manera temporal, ya que el edificio original está siendo restaurado. Pero es que el alma del mercado son las paradas y no el continente (que puede ser más o menos bonito). Y el Mercat de Sant Antoni todavía conserva el alma de un mercado de barrio, con sus tenderas gritonas y también cotillas. Cierto es que la nueva ubicación es mucho más pequeña que la antigua, por lo que las paradas de han quedado pequeñas en muchos casos y los pasillos escuálidos para poder alojar a toda la gente en hora punta. Pero el número de paradas está muy bien, y sobre todo no es tan visitado por la ingente cantidad de turistas que cada día pululan por Barcelona. Un buen sitio para ir a coger lo que necesitas para hacer una paellita familiar el domingo.

Since Mercat de Sant Antoni was under renovation during our visit, not every stalls were available as now the vendors were located into a make shift structure.
The food market area was not too impressive with limited vendors of everything. Though less touristy than Boqueria but just not as fun.
I would not suggest making a special trip to come here unless the original location finished renovating and all the vendors moved back to the actual Mercat de Sant Antoni’s building.
But of course, if you are staying in the area and want to pick up some local products, it is not a bad choice.

Walking into Sant Antoni makes you feel like you’re living in a very very small town (in the best of ways). There are many things to love about this public market: it fills a void that is left by Boqueria’s touristy focus… this is a place where you can by excellent quality foodstuffs at fabulous prices without the anonymity, chaos, slow pace, and pickpocketing issues that are incipient at that other, bigger public market in the area.
But enough with comparisons: Sant Antoni is awesome in its own right. The market has a huge variety of different stalls, and all the material is fresh. Most importantly, though, you build real relationships with the people who provide you with food. The women who work at the bean/​nut/​dried fruit stand I go to are, perhaps, the most helpful, friendly, personable people I’ve ever met, and I trust their advice every single day when it comes to their product. This place is busy, especially in mid/​late mornings, but go enough times and you’ll realize just how personal – and beautiful – this market is. Sant Antoni is one of those places that makes Barcelona a living, breathing, wonderful place to live, and for that alone it’s worth a visit.

As this market was right around the corner from the apartment that we were staying in, my friends and I took a walk around it one morning. While a few things caught my eye, there really wasn’t much to be found here. I did manage to find a few Marvel comics that were in Spanish that looked interesting, but the asking price (especially in Euro) was just outrageous. The sellers here seem to be very firm on prices and not fans of haggling. I would not go out of my way to stop here unless you are staying in the area.

As a tourist, this little market is a breath of fresh air. Get that nasty La Ramblas pick-​pocket trap away from me!
Not many people speak English here… My Spanish is rudimentary at the very best… shall we say… cavemen have better Spanish than I do… My Catalonian? forget about it
I came here to buy meats and cheeses as souviniers for my family and friends (im from New York)
what a WONDERFUL place. I bought in bulk and the meat dude was ready to give me a discount. He didn’t speak English, but he called over a buddy from a neighboring butcher shop (his competition came to help!) to translate for me.
That guy’s english was amazing. he even know Japanese.
Everything is reasonably priced, exceptionally fresh and visually so appetizing!
Plus, as stated earlier, i dont have to be paranoid about my purse being pickpocketed. This is Sant Antoni, not La Ramblas!

I don’t get it. This is suppose to be like La Boqueria, but more «local.» What does «local» mean? Less selection for the same price?
The only possible benefit this place has over La Boqueria is that it tends to be less crowded – which is a big deal, but I usually end up having to go to La Boqueria anyway because I can’t find what I am looking for. Besides part of going to this kind of market is to see the spectacle of it, no?

De pequeño iba como un loco corriendo de parada en parada, entre las piernas de la gente, rebuscando, tirando cosas al suelo, perdiendo de vista a mi padre y haciendo que se preocupara… ¿para que tanto dolor?
Me faltaba un cromo del álbum de Batman, pero no era un cromo cualquiera. Era uno de los del final, que iban en dos partes, y tener sólo una evidenciaba mi fracaso. Si no eres capaz ni de completar un álbum que es el único reto de tu edad, pensaba, como vas a convertirte en un hombre de provecho.
De mayor he seguido yendo. Ahora no busco cromos. Busco películas. Esa edición que no se vende de Greetings, la peli de De Palma en que quería ser Goddard, por ejemplo. Tengo amigos que lo buscan por Internet pero… ¿acaso es lo mismo?
Des de que está el Mercat en obras no he ido, y no se como lo van a dejar, pero espero que no pierda esa magia caótica que tenía, en la que parte del «encant» era rebuscar entre los montones de cosas que vendíà la gente. Quizás no encontrabas lo que venías buscando, pero siempre te llevabas algo.

Clarísimamente, al Mercat de Sant Antoni hay que ir un domingo de buena mañana. Hay costumbres que nunca se pierden, y aunque ahora las míticas paradas se ubican en esa carpa inmunda de la Ronda Sant Antoni, todavía puedes conseguir reliquias de coleccionista e intercambiar cromos… ¡Sí señor! Aún recuerdo cuando de niña, mis amigas me obligaban a ir a vender nuestra alma a cambio de unas fotos de los New Kids on the Block, o comprar cromos de Candy Candy como si nos fuera la vida en ello.
En els Encants de los domingos puedes encontrar desde bragas de saldo, sartenes y danwitcheras, hasta pósters de Sara Montiel, discos de el Fary (¡de joven!) y videojuegos de segunda mano.
Soy de la opinión que hay que dar una segunda vida a las cosas y en Sant Antoni eso es posible cada domingo.

Como su propio nombre indica, los «encants» son un sitio donde quedarte encantado viendo la cantidad de cosas que hay: los colores, las texturas, la variedad… De pequeña, aquí era donde me compraban las batas del cole. De adolescente donde podía encontrar esa camisetilla estupenda a precio más estupendo aún. Y de mayor, es un lugar para la nostalgia.
Ahora, y mientras duren las obras de remodelación del edificio del Mercat, están en una carpa provisional en medio de la Ronda. No es lo mismo. Hombre… ahora las paraditas están más monas. Más ordenadas. Más estéticas. Pero también más aburridas.
A mi me gustaba ese aire de confusión que tenían. Todas eran distintas. Una tenía de fondo el palé de madera donde se guardaban las prendas por la noche. La otra, dejaba ver los ladrillos rojos de la pared exterior del mercado. La de más allá, formaba un minúsculo probador con las batitas de boatiné, para que las señoras se pudieran probar una blusa. Algunas tenían acuerdos con un bar cercano para que les «prestaran» el lavabo y las mujeres pudieran ver como les quedaba el pantalón o la falda. Había atascos en los pasillos. Gente que anunciaba, a voz en grito, sus productos: «nena, nena, mira que blusita tengo, la última moda de París»…“braguitas para la niña a precio de saldo”…“pantalones de trabajo para su marido, señora”…
Ahora, las dependientas ya no gritan. Los pasillos son anchos y ya no hay aglomeraciones. Las «paraditas» son armónicas. Todas se parecen.
Me gustaba más antes.

Mi padre, por su pasado de viajado comercial, atesora en su recuerdo miles de visitas a mercadillos y rastrillos de ciudades de medio mundo.
En su última, por el momento, visita a Barcelona sus quehaceres le impidieron visitar su amado Boades, pero aún así me dejó claro su guión dominical: mercat de Sant Antoni.
Y allí estuvimos, engullidos en la corriente circulante, trasteando cómics, revistas, libros, discos y demás parafernalia de segunda mano y ocasión. Tanteando, sobando, comentando, admirando, calculando, evaluando… hasta que, como siempre pasa cuando te acercas a este gran bazar del saldo, en tu zurrón acaba lo menos pensado y te has olvidado de tu objetivo inicial.
En mi caso tocó una lámina modernista de Anís del Mono, en el suyo todo un surtido de regalos y agasajos «low fi» para delicia de extraños y propios. Hay que reconocer que el bolsillo nunca se ve estrujado en este sitio, que además respira una vitalidad humana y un aroma clasicote que en pocos negocios queda… aunque como es habitual siempre hay avispados, avisperos y merodeadores delante y detrás de los expositores.

«Todavía me acuerdo cuando era pequeña y coleccionaba cromos.
¡Tengui! ¡Falti! Tengui!
Cuantos álbumes inacabados porqué no había tu tía de conseguir el último cromo de la colección. ¡Qué agonia por Dios!
En el Mercado de Sant Antoni, uno de los más grandes de Barcelona puedes conseguir aquel cromo que nunca conseguiste. Y es que los domingos por la mañana puedes encontrar piezas de coleccionistas, desde cromos de la liga de los 80 hasta juegos de las primeras consolas que salieron en el Mercado.

Mi vida sin el Mercado de Sant Antoni creo que no podría existir, ni tampoco la vida que ha vertebrado a su alrededor. Es gracias a él que existe un barrio que funciona y trabaja como un pueblo pequeño. Dónde cada uno tiene a una Carmen donde comprar el pescado, una Rosa a quien comprarle la verdura o un Juan a quien confiar que te prepare el redondo de pollo para el fin de semana. Y cómo no, yo no podría ser una menos. El bacalao en el Masclans, en mi Carmen siempre tengo que esperar, pero me aseguro comprar siempre pescado fresco y Pablo es quien me prepara las hamburguesas con todo pero sin pimienta. Y esto es un lujo. Saber que lo que comes es fresco y que sabes de dónde viene no tiene precio. Y sobre todo, si encima como yo has vivido tiempo fuera, no sólo lo has echado de menos sino que al volver aún lo valoras más. Así que ya que tenemos el lujazo de poderlo disfrutar, no lo dejemos perder.
Ahora el Ayuntamiento de Barcelona lo está rehabilitando para renovarle la cara al mercado y se ha trasladado temporalmente a dos carpas en la Ronda San Antonio. Una dedicada a los encantes, las conocidas paraditas de ropa, y otra a la alimentación.
Los domingos siguen siendo sagrados en el antiguo edificio y se sigue con la tradición de vender libros de segunda mano e intercambiar cromos y demás. Una cita obligada de pequeña para intercambiar mis cromos de los álbumes de Oliver y Benji o de Candy, Candy, mientras mi hermano balbuceaba entre carpetas buscando el último fichaje del Barça o del Madrid. Lo único que ha cambiado es que las Nintendos, playstations y megas super videoconsolas han cogido protagonismo, y muchos también quieren intercambiar los videojuegos que tienen aburridos, por nuevos que les hagan recuperar la adrenalina de sentirse héroes al salvar el mundo del ataque de los alienígenas ;)
Para adaptarse a las nuevas necesidades el mercado abre muchas más tardes que antes y ofrece parquing gratuito por compras superiores a los 30 euros. Medidas para hacer frente a la estampida de los clientes hacia los centros comerciales y supermercados. De lunes a jueves abren de 7.00h a 14.30h y de 17.00h a 20.30h. Y los viernes, sábados y vigilias de festivo de 7.00h a 20.30h. Y los aparcamientos son:
Urgell SL, en el carrer Floridablanca, 121
B:SM, en el Carrer Urgell, 12
Riera Alta SL, en el Carrer Riera alta, 21