Ricard Tarré Esports

En ERT encontrarás las mejores bambas, ropa fantástica, te arreglarán tu viejo skate a buen precio, tablas y botas de snow, neoprenos y bañadores, y podrás ver el único Museo de la Historia del Snowboard de todo el país.
Sergi Tarré regenta con salero y simpatía este lugar de culto para los amantes del Surf de Nieve, el Monopatín y del Surf de Olas. A mediodía es frecuente ver su furgo en las playas de Barcelona: «Pillar olas» es como explica Sergi lo que hace con total sencillez.
Conocí esta tienda cuando a finales de los 80 vendían raquetas de Tenis, uniformes para la gimnasia de los colegios y pelotas de fútbol, ya con Sergi al frente. Y él ha sabido transformarla en ERT, un lugar vivo, siempre lleno de tirillas, artistas, de músicos y DJ’s, de locos en plena forma locos por los tres deportes básicos de deslizamiento lateral, un almacén de sueños donde los elementos decorativos son tan eclécticos y originales como sus clientes.
Luis G

Si quieres cualquier cosa relacionada a deportes de temporada, especialmente nieve; sabrán aconsejaste mejor q en ninguna otra tiene q conozco.

Para los amantes del esquí, el snowboard y las disciplinas deportivas de riesgo, es toda una institución, con varias tiendas en la ciudad. Yo nunca he sido amante de la ropa de montaña ni de las aventuras en general. Es más, en alguna ocasión he dedicado palabras más que groseras hacia prendas de ropa como el anorak, la chiruca y complementos como las mochilas, los guantes y según qué zapatillas del tipo astronauta. Sigo pensando que a nivel estético, son una calamidad, pero vale la pena pensar en sus ventajas de índole práctica, porque en esta vida todo tiene dos caras, entraña contradicciones, y es de justicia tratar de ver la complejidad en todos los asuntos. Es evidente que si uno va de la calle Diputación a la calle Mallorca difícilmente necesitará ropa de este tipo. Desde una perspectiva urbana uno puede señalar una parka y ponerse a reír. Pero en la montaña, a diez grados bajo cero, en poblaciones australes, o caminando por un glaciar, las cosas no son tan claras. En aquellas situaciones y latitudes de nada nos sirve, lamentablemente, un tweed, una chaqueta de espiga o un cardigan. Fue precisamente en contacto con la naturaleza –en su estado más salvaje, se entiende — y observando lo fea que era mi indumentaria, pero al mismo tiempo, la extraordinarias que eran las montañas, y la nieve, que pensé por primera vez en el valor más que notable de una tienda como Ricard Tarré, que permite, con sus tejidos y materiales de formas abultadas y colores extravagantes, imposibles de combinar con nada, llegar a cualquier parte del mundo, sin morir de frío, y contemplar cómodamente, como si estuviésemos en el salón de casa, las maravillas más excelsas de nuestro planeta, superiores en todos los sentidos a los pequeños avances culturales que se han podido o no hacer en el ámbito de la sastrería y la modistería.