El viernes volví a la Sant Miquel para cenar tapas y hacer unas cañas y probé las croquetas de sobrasada y queso, jo, es que así no se puede mantener la línea ;), ¡qué buenas redios!, y como siempre el trato genialísimo, el ambiente muy agradable, y nunca me había fijado en lo bonita que es la bodegueta de noche, tiene el nivel de luz y los colores perfectos para tener una cena estupenda y desenfadada en buena compañía. ¡Que no cambie nunca, por favor!
Álex R.
Évaluation du lieu : 4 Barcelona
En una ciudad de mucho asfalto y poco árbol, cualquier elemento decorativo verde, aunque sea la fachada de un bar, le hace sentir a uno la proximidad con la naturaleza. Como los oasis en el desierto, así son los árboles en Barcelona, la mayoría de veces espejismos, ilusiones ópticas de objetos lejanos difícilmente identificables. A lo máximo que llegamos pues, es a poder entrar en contacto con lo verde, símbolo de la primavera y de la esperanza, a través de la pintura. La psicología de los colores habla del verde como un color que sugiere aire libre y frescor, y eso es precisamente lo que uno siente en la Bodega Sant Miquel. Ligereza y una brisa que siempre se renueva y que nunca es la misma. Parece como estar en el interior de un caramelo de menta, o debajo de un ventilador. Es un bar en el que generalmente la puerta está abierta, y por lo tanto corre el aire. Este es un elemento importantísimo y no suficientemente valorado. Uno agradece enormemente la integración entre el exterior y el interior, la supresión de unas fronteras tan absurdas –sobre todo en verano– de manera que la sensación, a pesar de encontrarnos a cubierto, es como si estuviésemos en una terraza, casi en la playa. Es un bar que tiene unos efectos curiosos: despeja los pulmones y descongestiona la nariz, como si a uno le frotasen el pecho con hojas de eucalipto.
Marta M.
Évaluation du lieu : 5 Barcelona
Otro clásico del barrio que antes llevaba Rosa y desde hace unos diez años es cosa de Mae. La bodega verde, como la conocemos en casa, ha aunado lo mejor de una bodeguita clásica y un local de moda del Eixample y quizás sea eso lo que provoca que este casi siempre lleno, sobre todo los fines de semana por la noche y a la hora del Vermut(por cierto, otro local con Izaguirre). De tanto en cuanto pasan algunos de lo actores que viven cerca del Clínico y en verano, su terraza es una delicia. Mención aparte merecen las brujas omnipresentes que decoran el local y que, a pesar de que Mae quitó unas cuantas, siguen siendo demasiadas.