Vinalium

Esta tienda está cubierta por botellas de los mejores vinosde esta tierra, como los navarros, riojas, Ribera del Duero, Penedés entre otros. Yo particularmente prefiero el vino tinto, ya sea Merlot o Cavernet Sauvignon. También hay cavas, licoresm champagnes y refrescos. O sea, en cuestión de bebidas este lugar es el idóneo. También se pueden hacer los pedidos online y está destinado a todos los bolsillos, así que… ¡a disfrutar!

Me gusta el vino. Es una bebida que está en la base de la cultura occidental, desde Grecia. Me gusta Vinalium. Es una tienda (y un tipo de tienda) que está en la base de la cultura del vino (si la nueva cocina es arte, el vino es cultura).
Es un lugar ideal para ir y que te aconsejen, pero también para ir, coger tu botella e irte sin mediar palabra. Aunque la mayoría de gente hace lo primero. El último día que fui, mientras estuve mirando vinos para hacer un regalo, entraron 4 ó 5 personas –todas conocidas de los dependientes-​, charlaron de sus problemas o de temas intranscendentes, de un vino o de otro, y compraron contentos. Las dos personas que la llevan son muy amables, y saben de lo que hablan porque saben de lo que venden.
Tienen muchos tipos de vino (tinto, especialmente), ni los más baratos-​baratos ni los exageradamente caros. Al hombre, le pregunté por el que había escogido (¡tinto!) y me explicó algunas características y la mejor manera de tomarlo. También me habló de vinos blancos, que si algunos son dulces, que si esto o lo otro. Para ir con una libreta de notas. Lo único criticable, creo, es que me costó encontrar la lógica en la ordenación de los tintos; no la acabé de coger.
Pero, ¡alerta!, no sólo tienen vinos: tienen muchos tipos de cava, tienen licores, tienen cervezas aguas, tónicas…, y un brebaje que casi se podría beber sólo: la Salsa Espinaler. Mmm…
En definitiva, una licorería con clase y cultura, un gran sitio para comprar una botella cualquiera, pero también para cualquier duda sobre una botella que querrías comprar.

Que la zona de Maragall es ya el nuevo Born es una broma recurrente entre unos colegas recién mudados al barrio y un servidor. Quizá uno de los mejores indicadores de esta tontería sea Vinalium, una elegante tienda de vinos, que por estar destinada a esos aprendices domésticos de sumiller, dan aire de gentrificación, de transición al pijerío.
Pero todo el mundo tiene derecho a beber vino, a aprender algo sobre sus variedades e incluso a fardar con las amistades de la novia. En Vinalium hay cierta voluntad pedagógica, para lo cual ofrecen catas y talleres con bodegas y disponen de una cuenta de correo desde la que envían información sobre sus actividades. De la pareja que regenta el local, una franquicia de la tienda madre que nació en Sabadell, él es el especialista en vinos y ella domina el whisky. Son agradables en el trato y trabajan aún con el esmero de los que empiezan.
Sin embargo, no parecen ser muy receptivos con ignorantes pragmáticos como un servidor, que lo único que desea es una botella para quedar bien con tipos algo menos ignorantes o un whisky de tal presupuesto, para regalar a un amigo que cumple años. En estos lugares solo pido que con dos indicaciones mínimas, precio y bebida, ellos puedan darme la botella que crean conveniente sin entretenerme. Me resulta apasionante, sin ironía lo digo, escuchar explicaciones sobre bodegas y tipos de uva, y que me digan que cada paladar tiene su vino y que por lo tanto no hay vinos peores o mejores. Pero a veces yo quiero que me den uno y se dejen estar de pedagogías. Que me den la botella con determinación, que decidan por mí y me larguen de la tienda después de cobrarme. En ocasiones, no parecen entender que pueda haber absolutos negados en su materia.