Cuenca

El horno Cuenca es un comercio de toda la vida en el que puedes encontrar todo tipo de bollería, pasteles y bombones, aparte de panes elaborados con mucho cariño desde la puesta de los ingredientes en la masa. Y es que aunque se hayan puesto tan de moda las panaderías cucas con sus mesitas y sillas, monísimas ellas, la artesanía es un punto en el que flaquean bastante. Vamos, que no se caracterizan porque su surtido sea único y especial ya que parece que todas estas usan los mismos proveedores de masas congeladas, y eso se nota; en el sabor, en la textura, en lo que duran… Vamos, que para quedar con alguien son ideales, pero donde haya una panadería de barrio… Q se quiten estas franquicias!
Después de hacer esta disertación, deciros que el horno Cuenca me encanta. Esta justo enfrente de donde estudio así que compro varias veces el almuerzo allí. Aunque todo está tremendo, hay algo que no tiene rival en ningún otro horno: Los croissants de jamón y queso. Es el hojaldre? El jamón? El queso? Uff no sé, es todo él. Le haría una oda ahora mismo, y acabaría felizmente comiéndome uno, pero no, que hoy es sábado y no tengo clase, me pilla un poco lejos. En fin, que mejor vais, lo probáis y ya de paso me hacéis una visita.
Las dependientas también son muy agradables. Qué arte de horno!

Me encanta cuando en Fallas adornan su escaparate con petardos, es tan «folclórico». También lo hacen en Semana Santa llenando de cometas y «monas de pasqua» las vitrinas.
Este es un horno tradicional con muchos años de trayectoria y ya se sabe que el pan cuanto más tradición artesanal tenga, mejor está. Al situarse en una zona bastante céntrica con las universidades y demás oficinas colindantes, no es difícil encontrarse a algún que otro estudiante o a un apuesto «trajeado».
Lo mejor de todo es sin duda la barra que tiene, porque además de poder comprar excelentes productos de bollería, te puedes tomar una infusión o un café sentado en los taburetes y mirando a la calle, porque las paredes son de vidrio así que menos intimidad, todo lo demás lo tiene.
Recomiendo enérgicamente este sitio para aquellos que estén por la zona y tengan ganas de tomarse un buen desayuno. Para los que van con prisa también sirve porque suelen servir bastante rápido, falta que no haya cola.

Soy una admiradora de todos los hornos tradicionales, así que este no iba a ser menos, más bien al contrario, me encanta.
Una de mis mejores amigas vive por esa zona, así que paso por allí algunas veces de camino a su casa. En ocasiones hemos merendado en el propio establecimiento, que dispone de un pequeño rincón y de cafetera para que la merienda sea completa. El sitio es amplio, con grandes mostradores llenos de delicias saladas y dulces, vitrina con pasteles, etc… y siempre hay gente comprando, el punto es excelente y el sitio tiene fama.
Mis experiencias no han pasado de la degustación del café con leche, los croissants y las napolitanas de chocolate, pero en casa de mi amiga he podido probar unos deliciosos pasteles fríos salados a base de jamón (una variedad) y de salmón con queso (otra variedad) que le habían preparado allí, mmmmm…

Amplio y luminoso horno que se ha convertido una de las referencias del barrio gracias a la calidad del pan y sus pasteles, el buen trato que reciben los clientes y su eterno horario de atención al público.
Tiene una barra con taburetes que mira al exterior del local –la siempre bulliciosa avenida de Blasco Ibáñez– en la que tomarse un café o un café con leche con cualquier bollería recién hecha es un placer, sobre todo porque muchos bares quisieran tener un líquido negro como el del Cuenca.
Aviso para los más modernos: se pueden convertir en alcaldes de este local –por lo demás de aspecto tradicional, no se crean– con unos pocos checkins.