Kaf Café

Ya no me acuerdo cuantos años, pero sé que me gustó mucho conocer al Kaf Café. Muy buen ambiente!

Para mí el Kaf es salir de los problemas de la vida diaria, del ruído urbano, de la telebasura… Es un espacio para conocer gente, tomar unas cervecitas o unos chatos de vino… La comida muy buena, sencilla con tapitas y bocadillos originales, como mi favorito con humus, aguacate, tomate y canónigos.
Sebas, el dueño y alma del local, es un tipo ante todo directo y sincero, tal vez a alguno le pueda chocar de primeras, pero conocerle es quererle, y es de agradecer el esfuerzo por ofrecer algo de vida cultural al barrio, cosa que también hay que agradecerle a David por llevar el tema de los directos, incluída le noche de Micros Abiertos. Esta se hace los martes, y en ella tienen cabida cantautores, cantantes aficionados, poetas, o simplemente gente con ganas de leer algo que les haya llegado al alma. Por su idiosincrasia, el nivel es muy diverso, pero el público del Kaf siempre te agradecerá tu actuación con un aplauso y una sonrisa, siempre con un ambiente familiar muy agradable.
En definitiva, el Kaf Café es un sitio al que acudir en cualquier momento, para estar con amigos o para conocer nuevos. Yo lo recomiendo al 100%

Mi experiencia personal en Kaf Kafe es relativamente reciente, y eso que vivo en Benimaclet toda mi vida. Nada más entrar te das cuenta de que el ambiente es muy bohemio, en el que te puedes encontrar a escritores frustrados, poetas con el alma rota, y en general gente con una sensibilidad artística potente. Toda esta amalgama de gente se adereza con una gran colección de libros que se pueden ojear mientras se discute sobre el sentido de la vida. La música es muy variada, con una amplia selección de estilos desde el flamenco al jazz, pasando por el rock en sus multiples variantes. En cuanto a la bebida hay distintos tipos de cervezas pero, en mi opinión, algo limitada, y con respecto a la comida se puede encontrar para vegetarianos (un punto muy importante). Como recomendación los martes hacen micro abierto en el que cualquiera que desee demostrar sus aptitudes artisticas puede hacerlo. Para pasar un rato relajado en buena compañia y con una interesante conversacion, altamente recomendable.

Me encanta el ambiente. Música, buena compañía, comida rica, ¿qué más se puede pedir? Y los vegetarianos pueden comer también

Yo no quiero más luz que tu cuerpo ante el mío:
claridad absoluta, transparencia redonda.
Limpidez cuya extraña, como el fondo del río,
con el tiempo se afirma, con la sangre se ahonda…
Miguel Hernández
Si a estos versos le pones el tono adecuado y la voz, bien podría ser un recital proveniente de la tarima de Kafcafé. O si lo acompañas de un cajón flamenco y le das ritmo, también. Y es que Kafcafé es una cafetería que se presta a todo.
No hace falta que vayas preparado. Déjate llevar. Coge un libro de la estantería y lee (o mira los dibujos, cada uno…) y si el momento te inspira, recita o déjate llevar por la magia de la situación y baila en tu asiento al ritmo de algún concierto.
Y si tienes hijos deja que se dejen llevar en los talleres que hay preparados para ellos.
Este sitio tiene encanto. Es pequeño y original. Yo no pido más que una mesa con un tablero de ajedrez y aquí la tengo.

KafCafé -¿homenaje a Franz Kafka?- es un sitio «cool», progre, diferente, de «buen rollo». Libros por doquier, para eso es una cafetería literaria, para que los vecinos del barrio, si no leer, si puedan al menos conversar entre libros.
Esa es la filosofía del local, que quiere agitar la vida cultural del barrio con exposiciones, charlas, exposiciones o debates.
No he estado en ninguno, pero alguna tarde me he tomado alguna infusión –todas están bastante conseguidas– hojeando tranquilo alguno de sus libros de novela negra o navegando gracias a su wi-​fi.
Originalidad, buen trato y un poquito de cultura. Nada más. Y nada menos.

No pretendo ofender a los parroquianos de un sitio que, para nada me desagrada, pero siendo sincero, la verdad es que desde que entras hasta que sales, Kafcafé desprende una pequeña atmósfera de pedantería que puede llegar incluso a incomodarte. Es como si para entrar ahí debieses ser Punset o, saber quién es y que dijo Arthur Schopenhauer.
El sitio en el fondo no está mal, tienen unas consumiciones interesantes del calibre de queso con miel caramelizada y cosas por el estilo, que te salen baratas al pedir también una cerveza. Tiene una iniciativa bastante bonita de intercambio de libros y cosas antiguas, puedes ir y dejar una figurita antigua, por ejemplo, y llevarte un librete o algo de la caja. Organiza también muy a menudo lecturas de poesía y actividades culturales entre las que, de vez en cuando, hay alguna que merece mucho la pena ver.
El sitio es muy tranquilo, libre de conflictos casi al 100% (una vez pillaron a una persona robando bolsos y no quisieron llamar a la policía porque no era su manera de proceder, se limitaron a pedirle que no volviese).