Hoy he almorzado ahí, una taberna con un techo de más de 2 metros y medio y barra de hierro… Denota un ambiente de tapeteo andaluz 100 por 100. Pero voy a empezar por unos detalles que me han fallado, el primero es el baño mixto… Mi mujer no se sienta a mear ahí ni regalándole el almuerzo, los hombres ya sabéis que meamos donde… Bueno, eso es una comodidad que con la sepia rebozada que sirven casi casi se puede olvidar y si quedas con tus coleguitas solamente tampoco importa mucho. Café? No hay cafetera!!! Ahora que??? Tampoco hay almuerzo popular a precio cerrado. Es mas de taberna para picar algo, bravitas, sepia, habas, etc… Que para sentarte en una mesa. Tengo que volver y actualizar la reseña, quiero ir a picar unas tapitas a la hora de comer pero si no pone cafetera creo que las 5 estrellas no le llegaran.
A S.
Évaluation du lieu : 3 Valencia
En varias ocasiones he salido de esta taberna bastante feliz, pero mis dos últimas visitas no han sido tan placenteras. Las últimas bravas que pedimos sabían a pescado(obviamente lo meten todo en el mismo aceite). La sepia no estaba tan jugosa como en otras ocasiones. He probado todas las tapas que tienen: bravas, calamares, sepia, morro, rusa, lomo con tomate, habas y boquerones. Quizá me dejo algo… No he encontrado esa consistencia en la comida que hace que un lugar se caracterice como bueno. El servicio, tres cuartos de lo mismo, según quién te atienda puede variar mucho tu experiencia. Supongo que el tema de las tapas está directamente relacionado con quién está en la cocina. Las dos últimas veces estaba Julián(dueño desde hace más de 40 años) pero mis días buenos los he tenido cuando estaba su mujer cocinando(Amparín). El lugar es muy antiguo y pequeño, pero en invierno hace bastante frío dentro. Para picar un par de cosas y beberse un par de vinitos no está mal, pero considero que han perdido algo de calidad y el servicio debe mejorar. No me gusta tener que levantarme cada vez que necesito algo o tener los platos sucios en la mesa durante 30 min mientras sigo bebiendo(especialmente cuando el lugar es tan pequeño y con tan pocas mesas). Creo que se tienen que poner un poco las pilas.
Gonzalo M.
Évaluation du lieu : 4 Valencia
Vaya por delante que la valoración en estrellas de la ‘Taberna Amparín’ ha sido objeto de profunda reflexión por mi parte, porque si pudiera le habría puesto tres y media. Ya sé que esto de las estrellas decimales sigue siendo objeto de debate en los despachos del cuartel general de Unilocal,pero mientras llega ese día seguiremos utilizando parte del espacio de las reseñas para este tipo de aclaraciones. Con todo, este es un lugar que vale la pena visitar, especialmente si ya estás en una edad en la que notas que los recuerdos de la infancia empiezan a desdibujarse en las brumas del tiempo. Volver a los orígenes, a aquellos bares y bodegas de la década de los 70, es posible aquí puesto que composición, decoración, productos y personal forman una perfecta simbiosis con la que poner en marcha la máquina del tiempo. Es más, estoy seguro de que si se hiciera una selección de locales de la ciudad que pudieran servir para el rodaje de alguna de esas series que narran la transición, ‘Taberna Amparín’ estaría entre los primeros puestos. Dicho esto, si toleras de buen grado la ausencia de lo que el diccionario reconoce como lujo, localiza ese pequeño cartel que hay junto a la entrada y pasa a saludar… bueno, a saludar, ¡y a comer y a beber!¿Recuerdas las tapas de antaño? Venga, que no es tan difícil… bravas… morro… boquerones en vinagre… sepia… ensaladilla… Y ya que estás en un lugar emblemático, deja a un lado los refrescos y riégalo con algún vino, vermut o licor de esos que descansan por los siglos de los siglos en botellas y barricas cerámicas en las paredes del local. Ojito porque el vermut entra muy bien, y recuerda que puedes disfrutarlo en casa con los amigos puesto que también venden para llevar. Sobre las tapas diré que son el motivo principal de que no me haya decidido por una valoración más alta. Yo probé las tres primeras que he citado, y de ellas me quedo con los boquerones. Sé lo que cuesta prepararlos y sacarles un buen sabor, y por Tutatis que aquí lo consiguieron. Sin embargo, aunque ya sabía que carecían de ese toque picante que tanto me agrada y no lo tuve en cuenta, las bravas no cumplieron con las expectativas que yo mismo había generado. Ricas, sí, pero algo faltaba… Lo menos acertado para mí fue el morro. Aunque era ‘de verdad verdadera’, lo encontré demasiado frito, un tanto costoso de comer. ¿Motivo este para no volver? En absoluto. Creo que sería un gran error no darle más oportunidades a este lugar. Es más, estoy convencido de que en posteriores visitas tendré la oportunidad de probar más variedad de productos e incluso de propiciar un contacto más cercano con los dueños –alguno próximo a la ancianidad, si no inmerso en ella– porque durante mi estancia las circunstancias no fueron favorables para ello y, sin embargo, me da en la nariz que una buena charla sobre la historia de la ‘Taberna Amparín’ puede acabar siendo la guinda que sitúe a este lugar en el ‘hall of fame’.
Isthar S.
Évaluation du lieu : 4 Valencia
A veces vale la pena ir a la otra punta de la ciudad para poder admirar lugares antológicos como éste. Parece que son más de 40 los años en que padres e hijos llevan esta taberna, al más puro estilo antiguo(la decoración es digna de ver) y sobreviviendo a la vieja usanza. Tapas mínimas pero completamente artesanales y de buena calidad, y un vermut que hace las delicias de cualquier admirador, o no. Eso sí, entra suave pero no veas cómo sube. Se recomienda acompañarlo de bravas, boquerones, morro… al gusto. También puede disfrutarse de cualquiera de sus vinos y licores, gran parte de ellos en sus correspondientes barriles, y cuyos nombres reclaman la atención tras la barra. De la atención nada nuevo que no hayan comentado los anteriores, ¡son un encanto!
María P.
Évaluation du lieu : 5 Valencia
Casi dos años después, actualizo mi reseña y, qué narices, añado la quinta estrella: este sitio es A-U-T-É-N-T-I-C-O. Hoy, no sólo me he dado cuenta de que lucen con toda su alegríà la pegatina de «la gente nos ama en Unilocal», aunando la viejunez de su paredes de azulejo verde braga con la innovación de que venga gente guiada por la App adrede a probar sus 5 tapas estrella, sino que hemos podido hablar un rato con uno de los camareros(intuimos, uno de los descendientes del mismísimo Julián, de 90 años aprox.) y nos ha explicado que sólo ellos ya tienen el local ¡cuarenta y tres añazos! Y desde todavía antes ya existía esta bodega para abastecer a los gaznates y estómagos almuerzosos de este barrio obrero. Nos hemos metido entre pecho y espalda simplemente dos tapas, bravas y morro, y ya nos hemos dado por comidas, debido a pequeños detalles como que por«algo de pan» te ponen media barra en rebanadas o que las bravas caseras son patatas recién cortadas nadando contracorriente con kilos de ajoaceite y un tomate que nunca antes había experimentado en este formato –aviso a los bravos más estrictos: no sé hasta qué punto se puede considerar salsa«brava», porque no pica nada, pero os garantizo que sabor igual no existe en ninguna otra parte. Todo regado por vermú casero de Reus: pero bueno, qué vermú más rico, maldita sea. Aquí viene la ventaja de su parte bodeguera: ¡no me ha quedado otra opción que irme a casa con mi propia botella! Litrazo y medio de vermú Miró por 7 eurines. Martini, lo siento, ya no te quiero. Qué encanto de gente, de sitio y de alegría para el estómago. Algo que me ha llamado mucho la atención también es la tranquilidad que se respira en el lugar, para nada saturado en pleno mediodía, al contrario, un ambiente de lo más familiar –niños incluidos– y sereno. Voy a cambiar casualmente mis rutas matutinas para almorzar-comer-loquesea siempre que pueda con la familia Amparín+Julián.
María G.
Évaluation du lieu : 5 Valencia
La primera vez que escuché hablar de este lugar fue por parte de mi suegro. Él trabajó en la ya desaparecida Macosa, justo al lado de la taberna, hasta que ésta cerró y se trasladó a otro punto de la ciudad, y habitualmente iba a lí a almorzar. Cuando me contó lo que podía encontrar en el bar de Julian, que es así como se conoce a la Taberna de Amparín, no pude resistirme al encanto que desprendía sus palabras. Fui a la Taberna Amparin deseosa de encontrarme un lugar típico por el cual los años no habían pasado. Y así fue. Cuando llegas te encuentras con un rótulo viejo y unas puertas de cristal que ya dan pistas de la grandeza del lugar. Una vez dentro te encuentras con una barra, tras la cual puedes ver desde sifones hasta innumerables barricas en las que se guarda cualquier licor que puedas imaginar. También, llama la atención la colección de botellas viejas que adornan las estanterías de la pared y la solera de las mesas y sillas. Y por supuesto el perchero hecho con patas de ciervo o algo así, vamos son patas de animal. Llegamos a la hora del almuerzo, así que qué mejor que pedir un vermut, casero y servido con rodaja de naranja, y unas bravas. BUENO, las bravas de este lugar son las mejores que he probado, y he estado en muchos lugares probando las bravas. Nos sentamos en una de las mesas más al fondo del local, justo en la entrada de la cocina, donde vimos en todo momento como Julian, un señor de aproximadamente ¿70 años?, preparaba in situ lo que nos íbamos a comer. El manjar en si es sencillo pero efectivo: patatas cortadas, que por lo que pude ver primero cuecen y luego fr en, ahí está el talento, al cocerlas consiguen que luego se queden crujientes por fuera y blanditas y jugositas por dentro. La salsa: ajoaceite y tomate frito. Nuestras patatas venían abrigaditas por esta salsa, nada mas probarlas pedimos rápidamente un poco de pan, aquello era para sucar y no parar hasta dejar el plato limpio y reluciente… y así fue(por cierto el pan era pan de verdad, del bueno bueno, del de me voy a la panadería del barrio de toda la vida y pido una barra de cuarto blanqueta). Y esta fue mi experiencia en la Taberna de Julian. Ya estoy pensando en la próxima visita, ya que me he propuesto a mi misma hacer combo y probar todas las tapas que preparan de las que daré buena cuenta en los comentarios
Carlos A.
Évaluation du lieu : 4 Valencia
Que puedo decir que no se haya dicho… Grande! Entrar es remontarte varias décadas atrás y eso es lo que le hace encantador. Si la comida acompaña y la atención es buenísima ya tenemos todo lo que necesitamos.
Nicolau A.
Évaluation du lieu : 5 Valencia
Mi hermano y su novia me estuvieron insistiendo una barbaridad de tiempo para que fuéramos a probar las que consideran las mejores bravas de la ciudad. Una mañana de domingo, les di una sorpresa y me presenté en su casa para ver si almorzábamos al final en Amparín. Pues bien, confirmado. Brutales las bravas, caseras y con la mezcla secreta perfecta. No repiten. El local parece sacado de los años 50. La decoración, repleta de botellas de vino con más años que cascorro, y unos pósters de fútbol del Bilbao de los años 80(cuando ganaba ligas con Clemente), te hace retroceder en el tiempo como si fueras en un coche de Doc, el de Regreso al Futuro. De tapeo, simple pero efectivo. Patatas bravas, cortezas de cerdo y poco más, cervecita o vino para acompañar con una bandejita de pan del día. ¿Quién quiere más? Si vas al cuarto de baño, verás antes a la mítica Amparín cortando patatas como una cosaca. No para. Mientras sus hijos las sacan al mostrador y las despachan a todo tren. Es curioso ver cómo no pasa el tiempo en algunos bares. Larga vida a Amparín!!!
Angeles D.
Évaluation du lieu : 4 Valencia
Toda la vida en el barrio y no se me había ocurrido nunca pasar, seguramente porque este bar-bodega no me llamaba la atención, lo veía oscuro, antiguo. Sí, en la zona se hablaba muy bien de sus tapas, pero pensaba, ‘bueno ya pasaré un día de estos’. Hasta que un día de estos llegó. El bar es antiguo y sus dueños no parecen preocuparse por la decoración en absoluto. Una humilde entrada y un más humilde local. Amplio eso si, con estanterías metálicas donde se distribuyen botellas de vino y alcohol que puedes comprar a la vez que vas a tomar algo. Mesas y sillas de las antiguas y un baño-retrete para todos. También hay estantes de madera en las paredes en los que se exponen botellas de Terry cubiertas del polvo de más de 30 años. Pero qué decir, todo esto es parte de su encanto. A nadie, a mi tampoco, parece importarle todo esto cuando de la cocina sale el secreto de su éxito. Unas bravas gruesas, perfectamente cocidas y fritas, con una salsa a base de tomate natural que quita el sentido, sepia, boquerones, morro. Lo justo y necesario para hacerte un aperitivo que te quita el hambre hasta la cena. Y el precio de los difíciles de superar, dos coca colas y un buen plato de bravas con su pan, 5’70 euros. No busques glamour en la taberna Amparín, solo busca saciar tu apetito en un ambiente distendido y familiar, en eso son expertos.
PACO C.
Évaluation du lieu : 4 Valencia
En dos palabras: patatas bravas. Ése fue el motivo por el que una amiga me llevó a esta taberna, para, según dijo, probar las mejores patatas bravas de Valencia. No soy de dar ese tipo de medallas, ya que para gustos los sabores, pero, para mi sabor, éstas entran en la categoría fuera de concurso. Pero Amparín no empieza ni acaba en sus bravas, también podéis tirar por los boquerones en vinagre o los calamares. Elijáis el camino que elijáis, no será caro y sí muy beneficioso para vuestro estómago. Todo ello y mucho más se encuentra en un espacio sin grandes derroches(por no decir ninguno) en cuanto a decoración, lo cual no importa porque lo primero es lo primero y si hay rica comida de por medio, mucho más.
Esther M.
Évaluation du lieu : 4 Valencia
Hay gente que siente pasión por algo en especial, que llegan a sentir locura, que se desesperan… sí lo reconozco, a mí me pasa con las TAPAS. Adoro sentarme en un bar y disfrutar, junto una cerveza o refresco, de unas puntillitas, una ensaladilla, unos calamares y por supuesto(estoy empezando a salivar) de unas patatas bravas. Sí señor, creo que estas dos palabras tienen más fuerza que el supercalifragilisticuespialidoso de Mary Poppins. Y hay un sitio donde saben darle ese toque especial que me pierde. Yo lo llamo cariñosamente la bodega pero, su nombre original es Taberna Amparín. Es un bar familiar y por tanto, el trato es más cariñoso, cercano y amable. No sé qué le ponen exactamente a la salsa de las bravas pero me vicia. Tanto es así que a veces pido bocadillo para llevar de sepia o cualquier otra exquisitez que elaboran, pero con la salsa de las bravas. Es inexplicable. Julián y Amparo son los dueños de la bodega. Llevan toda una vida, junto a sus hijos, ofreciendo a los clientes(después de tantos años, ya amigos) las mejores tapas no sólo del barrio sino, me atrevería a decir, que de Valencia. Es uno de estos sitios que no puedo vender con palabras. No puedo decir nada característico ni destacable de la taberna como lugar físico porque no lo tiene. Pero, sí que se caracteriza y destaca por la calidad de sus tapas y por sus sabores. No puedo convencerte. Has de entenderlo por ti mismo. Pero, te aseguro que después de probar sus tapas y sobretodo sus bravas, lo demás no te sabrá ni a tapas, ni a bravas, ni a ná.