El Galeno(o SQ-47, o como diablos le llamen) es uno de esos bares con estatus de institución de su área, al que acuden estudiantes de la Universitat Autònoma, trabajadores del Hospital de Sant Pau e incluso algún turista de la avenida Gaudí fuera de lugar. Es grande, bastante grande, impersonal porque nadie diría nunca si los camareros son los mismos que el mes pasado. En realidad no es mala cosa. A veces uno necesita lugares así, en los que no escuchar conversaciones de clientes habituales. Aunque nunca he ido allí a comer, se diría que no lo hacen mal, a juzgar por la fruición con la que mastican los muchos clientes que acuden a esta especie de zona de servicio en medio de la ciudad. Cuando digo que no hay nunca clientes habituales debemos matizar. Un enigmático señor, que ronda los cincuenta, ocupa siempre una mesa haciendo crucigramas y sudokus y leyendo el periódico. A cualquier hora, sin hablar con nadie. Quizá es el dueño de incognito juzgando a sus camareros que tampoco saben quién es porque solo reciben órdenes mediante intermediarios.