Kentucky

Bar situado a un minuto de las famosas Ramblas en pleno barrio del Raval, es un local, llamémosle «diferente», creo que todo su encanto viene por eso.
Lo habitual es que si llegas a eso de la medio noche aún te lo encuentres medio vacío, pero mucho cuidado porque en un visto y no visto se pone hasta la bandera!
La forma de su local es perfecta para poner en marcha el Don de Gentes, me explico, tienes la entrada por una puertecilla normalmente salvaguardada por «el Manel» y una vez entras te encuentras con una gran barra que ocupará unos 10 metros, al otro lado de la barra tienes el espacio para un taburete y poco sitio mas para que pueda pasar la clientela, un buen detalle es, que la pared opuesta a la barra a la altura de la cintura para arriba está decorada con un espejo lo cuál provoca que todo sea mas amplio.
Al final de la barra te encuentras en espacio algo mas amplio con sitio para unas mesas para poder petar la xerrada y a la izquierda están situados los baños, aquí viene lo malo para unos y lo bueno para otros (entre los que me incluyo) que tanto para ir a las mesas de final o al lavabo si el sitio está en plena hora punta has de pasar entre los grupillos que se forman y de hay el Don de Gentes al que me refería con anterioridad, porque la gente es de lo mas variopinta, y puedes entablar conversaciones de lo más animadas!
Una vez entras en el kentucky es algo habitual que el plan que tenías para después no lo llegues a realizar, ya que si la noche va bien, fácilmente se te hacen las 5 y pico sin darte cuenta, y para terminar mi comentario no puedo dejar pasar la foto que tienen en la pared con Macaulay Culkin, un personaje que de vez en cuando se deja caer por la zona.

Es un antro en todo sentido, pero así nos gustan… ¿o acaso sos de los que prefieren vasos de cristal en templos de hielo?
Hay gente que prefiere que no pase nada. Prefiere salir con sus amigos de siempre, pasar la noche, intercambiar anécdotas e irse a dormir no muy ebrio. Un lugar limpio, pijo y con gente presentable, es el adecuado.
Kentucky es para los que nos ilusionamos con noches atípicas, aunque bien estemos acostumbrados a ellas. Por mi lado, noches en lugares como Kentucky sobran en mi historial y no me canso de ello. Siempre se puede estar de suerte y encontrar una conversación asombrosa, compañías sorpresivas, buen rollo (o también mal rollo, que como consecuencia se convierte a la larga en una buena anécdota).

Joder qué noches. Ups, perdón. El Kentucky es un sitio muy raro, como si fuera de una peli de principios de los noventa pero ambientada en una galaxia paralela, algo muy loco. Yo he hecho cola en una esquina para entrara al Kentucky mientras un señor subía y bajaba la persiana, suponemos que por algún problema mecánico con la persiana, nada más… Lo malo es que los que gestionen el local no tiene mucha idea de física y creen que en una caja de zapatos caben doscientas personas. Vamos, que está a petar cada noche. Además, es uno de esos lugares que guardan personas raras, en este tenemos a un señor vestido de militar que bebe solo en una esquina y no habla con nadie. No le he visto quitarse nunca sus gafas de sol. Qué tío…

Oh! En el Kentucky se lían unos saraos majos majos. Siempre que he ido me lo he pasado en grande. Se peta de gente y es que estamos hablando de un muy buen recuso para meterte en un local a partir de las 3. Esos sí, hay mucha gente así que si quieres algo más íntimo no te lo aconsejo. Pero es un sitio ideal para esos días que estas on fire pero no de bailar, sino de darle al palique. Los precios están bien y no tienes que quedarte por ahí pasando frío y bebiendo cerveza de paki. Puede que te encuentres la puerta cerrada pero si hay movimiento dentro, seguramente te la abrirán pero eso sí, controla que cuando llames no haya lio en la calle porque sino te quedarás a las puertas de este pequeño oasis de la noche.

Difícil no acabar alguna noche en este antro del Raval. Y es que hay que decir que cierra más tarde que casi ninguno. Llegas, te levantan la persiana y para adentro!
Parece un bar cutre, pero en realidad yo lo llamaría bar con historia. Tiene una larga reputación en la ciudad y casi todo el mundo lo conoce. Por eso te puedes encontrar con cada personaje de lo más peculiar, y acabar borracho perdido de la persona que menos podías esperar.
Pero ese es el encanto que tiene este lugar, puede pasar cualquier cosa y puedes encontrarte con cualquiera…
Por cierto, cuando bajan la persiana y comienza el tiempo extra de la partida, las consumiciones suben de precio (será para pagar las multas?)
Y una pregunta: es real el gato que he visto alguna vez pasear por dentro de la barra? o siempre voy muy perjudicado a este antro?

El Kentuky es una experiencia que te hará sumar en aquella lista de bares antiquísimos a los que debes ir cuasi obligado. El bar parece que se cae a pedazos pero justamente eso es parte de todo su encanto. Es un bar que se llena de gente pero el ambiente siempre mola por más que por ahí te choques con mucha gente. Dejar pasar este bar estando en Barcelona, sabe mal. Tienes que ir a ver de qué va. Es algo así como exótico, viejo, totalmente destruído; todo parece estar fuera de su lugar. Pero sea como sea, el Kentuky se llena de gente que busca justamente algo más particular, lejos de la perfección y prolijidad; si no todo lo contrario. Cuenta la leyenda que el bar data de finales de los años 50. Se dice que el nombre se debió para atraer a los marineros americanos que pasaban por el puerto de Barcelona. De todos modos te encontrarás con gente de todos los estilos. Gente al mejor estilo personajes de la noche o gente que va de guay. Lo lindo es la pasarela de personajes que son quizás más habitués. Con decirte, aquella vez por cinco minutos nos perdimos de cruzarnos con Macaulay Culkin. ¡Viste, te lo dije, va cada personaje! Fui un par de veces con amigas y siempre ha sido una osadía comprar una cerveza pero vale, vale la pena. A veces alargan sus noches hasta las 5 de la madrugada. Te aviso, por si eres una persona transnochadora. Apúntalo. Voilà!

No sé si con la edad me habré vuelto refinada y soy consciente de que lo que ahora voy a decir resultará de lo más impopular, pero tengo que decirlo: el Kentuky me parece un verdadero antro! Hacía un montón de tiempo que no había ido y el sábado pasado terminé ahí porque ya eran las tres, los demás bares iban cerrando y el Kentuky era de las pocas opciones para alargar la noche un poco más. Venga, no disimulemos, el horario extraoficial del Kentuky es la razón principal por la que muchos acabamos ahí. Bueno, pues a mí me hubiera sentado mejor irme a dormir. El ambiente estaba cargadísimo, y eso que ahora ya no se puede fumar, olía a sudor humano, te chocabas con todo el mundo que intentaba circular por esa especie de tubo estrecho con techo bajo que es el pasillo de la entrada. La cerveza, demasiado cara y demasiado caliente. La música, demasiado alta. La barra, demasiado sucia. El camarero, demasiado antipático, aunque superado con creces por el segurata de la puerta. El baño… mejor me ahorro el comentario para no herir sensibilidades. En fin, lo que os digo: un antro. Pero bueno, que si queréis vivir la experiencia de uno de los clasiquísimos bares de la noche barcelonesa, no seré yo quien os lo impida. Eso sí, advertidos estáis.

El Kentucky es último recurso, la medida deseperada. Sirve como el último manotazo de un ahogado, que trata sin fuerzas de mantenerse a flote mientras el abismo le espera. Está a mano cuando todos los bares están cerrados pero aún te quedan fuerzas para sostener otra birra, comprimido entre juerguistas sudados. Sus virtudes: cerveza baratita, horarios flexibles y música bajita para acompañar el declive de la noche.