La Bodega

We had a great time here during another food tour stop! They’ve got some characters working here from the Elvis fan guy to the wine connoisseur demo guy. They serve traditional tapas but also let’s say more daring dishes like pigs feet and snouts, blood sausage and tripe! The cava was wonderful, especially served in the special flask that you stream into your mouth (forgot what it was called).

On peut également à Barcelone faire la tournée des bodegas un peu comme un pèlerinage dans les débits de boisson… Une bodega est un bar à vin différent des «tabernas «, «chiringuito «ou autre «fonda «. Certaines sont un peu bohêmes et authentiques, d’autres des concentrations de touristes et il en existe même qui sont des références car la propriété de cuisinier célèbre comme Albert Adria le frère de Ferran.
Celle dont je vais vous parler né rentre pas dans ce genre de catégorie car on y vient exclusivement acheter son vin et boire un coup…
La «Bodega Armando «est cachée dans le cœur du quartier de El Raval de l’autre côté de la Rambla et du quartier gothique. Certains qualifient celui-​ci de «Pigalle de Barcelone «car la foule est plutôt cosmopolite avec un certain brassage créatif. Bars, lieux alternatifs, cabarets, galerie d’art, et autre lieux parfois étranges ou à contre-​courant.
Né soyez pas étonné de trouver ce lieu parfois vide car c’est l’un des endroits où l’on peut à tout moment faire une rencontre fortuite. On y rentre, on y sort… on achète son pinard… et l’on boit un verre.
La «Bodega Armando «appartient a Armando… un africain qui gère ce lieu depuis de nombreuses années et grandement apprécié par la clientèle. Non, ce n’est pas une bodega achetée par un touriste de passage et qu’il a converti en un droit pour gruger les autres touristes…
Un personnage de ce quartier parfois étrange… quelqu’un de vraiment Barcelonais qui né sert exclusivement que les locaux ou expats car aucun touriste né vient ici…
Une bodega ou rien n’a changé depuis des dizaines d’années. Pas le genre de bar à vin pour «les branchés «mais un endroit simple ou tonneaux et bouteilles servent de décor.
Un comptoir, des frigos, des cartons de vins, des robinets à vins reliés aux tonneaux…
On s’assied à l’une des tables fabriquées à partir d’anciennes machines à coudre et l’on commande une «copa «ou un vermouth. Celui-​ci traditionnellement servit avec glaçon et olives.
Un lieu hors du temps et authentique dans ce quartier différent de Barcelone.

El vermut de La Bodega se merece un monumento por su finura y por la forma de integrar las dos aceitunas en la combinación. La aceituna tiende a ser bastante independiente y pasota: no le interesa demasiado lo que ocurre a su alrededor. Casi siempre va a la suya, tomándose las licencias que considera necesarias, sin consultar. A mi la aceituna me parece una buena metáfora del individualismo, y sin embargo aquí nos encontramos con una aceituna, en unas condiciones que raramente había presenciado. Las aceitunas del vermut de la Bodega sacrifican el lucimiento personal por el beneficio del equipo. Este es el ejemplo más palmario –más incluso que el de Messi con el Barça– de que trabajar para la comunidad redunda siempre, a largo plazo, en una inversión para con uno mismo. Su presencia es tal que pudiendo ser un mero complemento, la aceituna, desde un segundo plano, acaba robándole el protagonismo al vermut, y lo hace de una forma natural, sin reivindicar nada. Es la primera vez que tengo la sensación de beber una aceituna y puedo asegurar que la experiencia es inigualable, y el placer es extremo.

Otro lugar de esos a los que es un poco complicado que llegues por casualidad porque está ubicado en una calle por la que no se suele «pasar»… Pero la bodega de Frank (como mucha gente la conoce también) se ha convertido, ya desde hace muchos años, en un bar de vermuteo bastante conocido entre los que practican esta saludable costumbre.
Pequeña bodega, conservada tal y como debió de haber sido hace cincuenta años. Sirven tapas de toda la vida a precios habitualmenye correctos: conservas, bocadillos, platos de queso (btutal!), fuet, pan con tomate… Todo esto si tienes la suerte de encontrar sitio, algo bastante complicado especialmente los fines de semana.

Armando te cobra lo que le da la gana, eso para empezar. Lo que vas a pagar siempre es un misterio, un día te vas con sensación de que ha ido muy bien y otro de que te han dado un sablazo.
Vermut casero buenísimo, quintos y vino.
Tapas de queso, olivas, anchoas, pan con tomate y todo muy bueno.
A pesar de la duda ante los precios, la bodega merece la pena y Armando también, él sabrá porqué hace esos juegos.

Desde 1999 esta bodega, llamada en realidad Celler d’en Frank Petersen, pero conocida como la Bodega, está gestionada por dos hermanos de color. Aquí, mucho antes de la normativa que prohíbe fumar en los bares, Armando ya puso su condición: el humo no entraba en su local. Así es que nos sirvió de entrenamiento. Entre colegas le llamamos la bodega «de las máquinas de coser», porque sus mesas son las viejas Singer. Otro elemento antiguo más es la nevera, con puerta de madera. La bodega es pequeña pero en ningún momento sientes que te falta espacio, es más, resulta agradable acabar conversando con los de la mesa de al lado. Pero si ese día estás más confesionario, y si tienes la suerte de que esté libre, mejor entra más al interior y siéntate en la mesa que queda a medio camino del lavabo. En el Celler se junta la suegra, el cuñado y el hijo posmoderno; gente del barrio. Armando le da una calidez especial al lugar; por su amabilidad y su eterna sonrisa, de esas sinceras, cuando te viene a servir el bocata con una tapa de berberechos y el vermú o la cerveza Estrella gallega.