Un restaurante gallego muy pequeño, un par de mesas adentro y algunas en la terraza, escondido en las alturas de la ciudad de Barcelona(Sant Gervasi). Una gran parte de su encanto reside en su tamaño y la calurosa acogida de los camareros. En la Freiduria de Pauli el marisco no tiene secreto y el paladar lo agradece. Además de las especialidades como el pescadito frito, el marisco y un buen jamón descubrí las chips de alcachofa, que sorpresa!!! Me encanto la multitud de sabores y texturas que pude encontrar en un plato tan sencillo y humilde como este. Llega al paladar el crujiente y el salado en las hojas, el tierno y el suave en el corazón, todo en un mismo bocado, solo de contarlo se me hace la boca agua!!! No os olvidéis de acompañar la cena con un vino turbio o una botella de cidra. Como lo decía antes, el servicio es muy atento y lo repito porque la experiencia se hace realmente agradable y muy diferente a lo que, lamentablemente, estamos acostumbrados en Barcelona. Con la cuenta viene un chupito, un detalle que definitivamente te da ganas de volver.