La Rotonda

Posiblemente este sea mi lugar favorito de toda Barcelona.
Según subes por las escaleras mecánicas de la parada de Ferrocarrils de la Generalitat con salida a Avinguda Tibidabo, va apareciendo, majestuosa y decadente, todo un emblema del Modernismo… y un poco de la dejadez de esta ciudad para con según qué monumentos.
La Rotonda se acabó de construir en el año 1918, obra del arquitecto Adolf Ruiz Casatmitjana. En sus años dorados fue el lujoso hotel Metropolitan, por el que pernoctaban actores de Hollywood y la alta alcurnia catalana. A mediados de los años sesenta cambió el nombre y adoptó el que tiene ahora, y pasó a ser centro social de ésa burguesía catalana que reinaba todavía en el barri de Sant Gervasi.
Incomprensiblemente, en 1976 la majestuosa Rotonda pasó a ser un hospital para enfermos terminales –la versión más peliculera dice que fue un psiquiátrico-​. La cuestión está en que los años de glamour se barrieron y escondieron para dejar paso a una época oscura de la que hoy en día le viene la leyenda de sitio fantasmagórico y misterioso.
En 1999 la constructora Nuñez y Navarro compró el edificio por quince millones de euros y desde entonces la leyenda de la Rotonda ha caído en pedazos como el edificio en sí, en el que hoy en día cuesta ver la soberbia y presumida arquitectura modernista de sus inicios.
Su fachada es tétrica y los elementos que la adornaban ahora están tapados con redes para no caerse a trozos. Los turistas se fascinan con la preciosa cúpula que aún conserva parte del encanto y los vecinos nos avergonzamos por el deplorable estado en el que la constructora tiene un edifcio que forma parte de la Ruta Modernista que tanto bien le hace a la ciudad.
Hoy en día hay proyectada una remodelación fatal que la convertiría en edificio de oficinas -¿qué, si no?- contra la que todo el vecindario está peleando como puede.
Dicen que por las noches se oyen lamentos por su interior — aunque yo vivo al lado y he pasado muchas noches por delante y por suerte no he oído nada…(aunque siempre voy con el paso ligero por si acaso, que si oigo algún ruido por allí a mí me da un yuyu y me quedo en el sitio); si es verdad, será de los fantasmas que habitan en ella y que se lamentan del triste retiro que le han dado a su morada.