Viví un par de años delante del Moorea. Fueron dos buenos años, juventud divino tesoro. El barrio es de mis preferidos de la ciudad, con muchos servicios de todo tipo aunque, eso sí, diurnos. De noche hay que emigrar a otras zonas, lo cual no es malo de por sí, al menos te aseguras un buen descanso. El Moorea era –es, vamos– una de las pocas opciones de tomar algo más allá de las 23h. Y bien, no está mal si te tomas con buen humor la tipología de bar de aires hawaianos alumbrado durante los 70’s-80’s que ha perdido prácticamente todos los componentes tiki menos los que realmente son accesorios: el nombre, el cartel de la calle y el cartón-piedra de las paredes. Así, hoy en día puedes tomarte unos cócteles a un precio razonable, sentado en unos sofás vetustos y semi-pegajosos y con el 40tv en las pantallas de televisión –y su consecuente banda sonora por los altavoces, claro está. Ah, el dulce encanto de la decadencia.
Adrián C.
Évaluation du lieu : 3 Barcelona
Hubo un día, vaya usted a saber cuándo, en que los bares polinesios, los tiki bar americanos, florecieron como coral por las calles de Barcelona. De la misma época son el Aloha en la calle Provença, el Kahala en la Diagonal, el Kahiki en la Gran Vía, o el Moorea, que aquí nos ocupa, en la calle Indústria. Todos mantienen algún cóctel exótico servido en taza con la cara del dios Tiki; en todos la decoración es cálida, entre lo acogedor y lo agobiante, y en ninguno de ellos suena ya música de Arthur Lyman o de Martin Denny, si es que algún día llevaron la ambientación hawaiana hasta sus últimas consecuencias. El Moorea sigue siendo, sin embargo, uno de los bares estrella de la zona. Sigue conservando, para pasmo del observador, una clientela fiel y joven, que acude los fines de semana a empezar la noche. Tal y como nuestros padres nos contaban que era cuando iban ellos. En realidad es un lugar agradable, con mesas metidas en curiosos cubículos junto a las ventanas tintadas, que aíslan del mundo y de conversaciones ajenas. Aparte de las bebidas, tienen una escueta carta de bocadillos y pizzas y pese a que el lugar no llame a la comida, no es mala opción si entra el hambre.
Mauricio L.
Évaluation du lieu : 3 Barcelona
Es una coctelería de verdad. El Look del local está totalmente desfasado y eso me hizo sentir en el Bote del Amor. Pero los cócteles, y es a lo que íbamos, son de película. Enormes y con colores para flipar. Llegue aqui por invitación de unos amigos que vienen del extrarradio a quedar en este punto que solo abre en las tardes y hasta la madrugada para entonar el resto de la noche. De aqui me fui con un contento por dentro que es de tontos iy sin saber cuánto me gaste!