Pastisseria La Mercè

Com que vaig néixer al barri i hi visc vaig voler celebrar el meu 70 aniversari amb tota la família a la vostra cafeteria. Vam ser una colla de 36 persones i us dono les gràcies per tal com ens vau atendre, molt bona presentació i bon servei , vau ser molt amables i ben disposats amb nosaltres. La qualitat del tot el berenar boníssima . Moltes gràcies i com sempre continuarem venint .

Good croissant. Every croissant that I had in Spain had a sort of sweet glaze on it that I wasn’t used to. The glaze wasn’t bad, just different. Other than that, this was a buttery, soft, well made croissant that pulled apart easily.

La Plaça de la Mercè siempre me ha recordado –en lo bueno– a una plaza de Roma. No a una concreta, sino a una fusión de varias de sus plazas en una sola, con la universidad, la basílica, la pastelería…
Así que, una tarde de perros –y de invierno– que llovía como si fueran los cuarenta días y cuarenta noches reducidos a un solo día, me tuve que refugiar. Y no me refugié en la iglesia –ni en la Iglesia-​, ni en la universidad, sino en la pastelería. Allí, te atendía una chica la mar de amable.
Tienen un poco de todo, pastas habituales y algunos pastelitos algo más sofisticados (una tarta sara que tenía pinta de ser un chute de energía tal que podías salir a la calle a cantar Singin’ in the Rain). Yo me quedé en lo aburrido –cortado y croissant-​, y ambas cosas estaban buenas, cosa no tan habitual como debería ser.
Cuando entraron cuatro italianos, ya me vi en Roma, y eché en falta algún postrecito italiano. Así que, antes de comerme media pastelería, y al ver que bajaba la intensidad de la lluvia, me fui.
Un lugar agradable para volver.

Salías de trabajar y te detenías en mitad de la plaza, extrañada, buscándome con la mirada. Yo te observaba desde mi mesa, con el café a medias y apenas migas en el plato. Meditada la disculpa alzaba el brazo hasta que me localizabas. Entrabas y te sentabas a mi lado, con los ojos fijos en los restos del croissant. Ni un beso siquiera, silencio como reproche.
— Sí, ya lo se — te decía-​, son las dos de la tarde, pero era demasiado tentador.
Y lo sigue siendo… aunque ahora me obligas a acompañarte cuando entras y no cuando sales. Porque cada cosa a su hora y tal y cual.
Pensamiento oculto: cafetería y repostería a la vez, con buen surtido de pastas, ideales para acompañar un buen desayuno o un almuerzo, precio medio aunque lo impagable son las vistas hacia la plaza desde las mesas situadas frente al mostrador.

Paseando por el Carrer Ample me cogieron ganas de merendar y entré en esta pastelería. Mi idea era comprar algo para llevar, pero el local era agradable y estaba bastante tranquilo; luego descubrí que tenían wifi y fue el empujoncito final para sentarme en una mesita a disfrutar de mi deliciosa coca de cebolla, pimiento y butifarra, mientras solventaba unos temillas vía informática.
No era la primera vez que me veía obligada a «ir de bares» en busca de conexión urgente, aunque no me acaba de gustar conectarme en cafeterías y demás, porque me resulta difícil concentrarme. Sin embargo, en esta pastelería estuve muy tranquila, pude acabar todas mis «gestiones» sin problemas y, lo mejor, repetir porción de coca ;)
Ahora pienso que para una pastelería es un valor añadido tener wifi.
Espero que la que hay debajo de mi casa se plantee ponerlo en breve; si veo que no se animan les lanzaré indirectas a ver qué pasa… No vivo precisamente al lado de esta pastelería… además, por intentarlo no pierdo nada… Quien la sigue la consigue (espero)