A dos pasos de la estación de Sants nos encontramos con este agradable lugar una noche en la que parecía que todos los bares del lugar habían decidido cerrar y dejarnos sin opciones para cenar. A pesar de llegar a unas horas no muy buenas el dueño nos preparó una mesa y nos sirvió raudo y veloz tooooodas las cosas que pedimos. Tienen vermut, ensaladas(nosotros probamos la tibia de rúcula y queso de cabra) y muchas tapas. Las patatas, en todas las variantes de la carta están riquísimas y los postres son casolans y están de muerte. Además la ubicación del local es muy agradable ya que está justo enfrente del mercado y la calle es muy tranquila y bonita. Los precio son más que llamativos, nosotros pagamos 12 euros por persona y nos pusimos hasta arriba de comida. Así que si andáis por la zona y no sabéis donde caer a desayunar/comer/cenar, esta es una opción más que buena a tener en cuenta.