Casa Coronado

No voy a decir eso de «la mejor cerveza de Sevilla» porque no las he probado todas y hay otros bares que también la tienen buenísima, pero si eres amante de una Cruzcampo bien tirada, el juego de muñeca de Rafa y de Pepe (este último es el dueño del negocio) te encantará.
De comer, solo altramuces, aceitunas o cacahuetes, pero está permitido llevarte la comida de casa o comprarte una porción de pizza en el local vecino.
El ambiente es peculiar (en el barrio hay quien llama al bar «los locos») pero de buena gente y con una mezcla genial de gente del barrio con «foráneos». Lo mismo te encuentras a un magistrado que a una bailaora.

El Coronado es de lo mejorcito que hay en Puerta de la Carne pa tomarte una cervecita sin duda alguna. Lejos de ser un bar convencional, yo más bien lo llamaría un «despacho de cerveza», porque raro es quien pida otra cosa.
Desde que entras por la puerta, y te conocen un poquito, ya te dicen «Cuantas???» Unicamente tienen bebidas, y tres variedades de acompañamientos: aceitunas, avellanas y altramuces. Y a juir! Pa que quieres mas??? Encima, si te apetece, al lado tienes un Mr. Pizza. Son muchíiiiiisimas veces las que se ven las pizzas en la mesa del coronado, que a cierta hora apetece a morir. También mucha gente se compra pescaíto frito en la freiduría de Santa Maríà la Blanca o se trae un tupper de su casa para compartir con los amigos. He llegado a ver una olla express puesta encima de una mesa. VERÍDICO!
Siempre hay gente en el Coronado, y son muchos los grupos que se reunen ciertos dias de la semana, por lo que es normal ver siempre a muchos habituales (yo una de ellas!) Impresionante la cantidad de cerveza que puede tirar ese bar… yo siempre lo veo lleno, ademas como yo digo «llueve, nieve o ventee» !!!

Otra prueba más de que soy una Unilocaler de tascas!!!
Un bar que no destaca ni por su comida (casi no hay), ni por su decoración, ni por su modernidad pero donde te puedes tomar una de las mejores y más frías Cruzcampo de toda Sevilla. Lleva años y años en este sitio (a mi marido lo sentaba el abuelo en la barra) y sigue teniendo una gran clientela.
De esquina en Menéndez y Pelayo, casi al lado del puente de los bomberos, Casa Coronado lleva toda la vida haciendo las delicias de paladares cerveceros y cacahueteros de la ciudad. Los camareros son un poco serios pero amables y muy rápidos atendiendo.
Además, siempre te puedes encontrar con algún parroquiano con el que charlar como si lo conocieras de toda la vida aunque sea la primera vez que lo ves. Ojo, típico sevillano pero no tan tópico como podría parecer, os recomiendo que abráis la mente un poco (no hay mucha semana santa ni toros).
Mi sitio favorito para recargar pilas (hay que equilibrar el ph :-D) cuando salgo a andar por las tardes. ¡Muy recomendable!

Todo un clásico del cerveceo puro y castizo sevillano.
Un bar feo donde sólo ponen: cervezas y cacahuetes (dicen las leyendas que si pides un refresco se hace el silencio y todo el bar se te queda mirando, no lo he querido probar).
La cerveza, exquisita. Fresquísima y riquísima (ni hace falta decir que es Cruzcampo, que estamos en Sevilla) a 1,10 € te la acompañan de cacahuetes, que te dan más sed. Un círculo vicioso.
Rafael, el dueño, aunque algo seco, es un tío muy majo y atento para lo que necesites.
Tanto de día en los veladores de fuera (que ocupan gran parte de la calle, llegando a ponerse en la puerta de mi negocio en la misma calle incluso a beber cerveza) como de noche en su interior, con el bar expectante de la televisión cuando hay algún partido.
Es curioso puesto que es un bar donde va mucha gente sola!

Hay muchos sitios en Sevilla que tienen solera, como decimos por aquí, y muchos ya están atestados de gente que se acerca por su fama (sin que yo tenga nada en contra de eso por supuesto), pero prefiero los sitios tranquilos en los que no tener que pegarme codazos para poder llegar a la barra.
Este es uno de esos sitios si quieres tomarte unas cuantas cervezas fresquitas y hartarte de jamón de mono (o popularmente conocido como «arvellanas»).
Aparentemente te da el aspecto de tasca de toda la vida, con el suelo cubierto de cáscaras y de serrín, pero te aseguro que para echar un rato de charleta frente a los Jardines de Murillo está muy que muy bien.
A mediodía encontrarás por allí a la mitad de los trabajadores de la vecina Diputación Provincial, y si ellos van después de tanto tiempo trabajando por allí, por algo será no.
Los camareros de toda la vida que casi sin mirarte saben lo que quieres, y tal como entras por la puerta ya están casi atendiéndote.
Si preguntas y no saben indicarte pregunta por el Coronao, que es como la gente suele llamarlo.

Fue un carismático camarero de El Rinconcillo el que me descubrió la existencia de Casa Coronado. Había pasado por su puerta muchas veces, ya que se sitúa en plena Ronda, frente por frente al lugar donde se alzó la Puerta de la Carne, pero no me había fijado jamás en esa tasca y si me había fijado, nunca tuve la más mínima intención de entrar.
Cuando ese camarero rinconcillero, mi amigo Fernando, me contó que Coronado era uno de los grandes templos cerveceros de Sevilla, lo apunté rápidamente en la agenda para visitarlo; y así lo hice, junto a un grupo de amigos, no más tarde de un par de días. Estudiábamos entonces en la biblioteca de Relaciones Laborales, en la calle Madre de Dios, y como cogía cerca, al salir a mediodía, allí que nos plantamos carpeta en mano. El éxito no fue, ni más ni menos, que el esperado.
Pese a su larga existencia (abrió sus puertas en 1935), el local está reformado y por ello no mantiene su estética de taberna de siempre, como sí ocurre con sus competidores directos (Vizcaíno, el Jota, El Tremendo…); pero eso no quita para que lo importante sí que permanezca y, si me apuran, mucho más que en los antes citados. Casa Coronado aún no ha sido copada por ninguna tribu social definida. Por ninguna salvo por la debida: sus parroquianos de siempre, muy variados y numerosísimos a cualquier hora, sobre todo a la del mediodía.
Confieso que es de los pocos bares en los que he entrado solo varias veces a tomarme una cerveza revitalizadora. Llegar a su barra, llena de vasos y restos de avellana, pedirla y disfutarla, junto a un bombero del cercano parque y un señor mayor que conversan animadamente, es un auténtico placer al que no suelo resistirme.

Esta es una de las tascas más antiguas de Sevilla y desde luego que sigue guardando ese carácter picaresco y afable de la charla del lugareño.
Me contaba mi padre que antes fue una taberna llamada «El Tranvía» lugar regentado por carteristas, y cada vez que la policía de entonces necesitaba información, acudían sin duda a El Tranvía para ver que se estaba cociendo.
No tiene nada que ver con la actual Casa Coronado, si cabe todo lo contrario. Es sólo una historia y no quiero que se malinterprete.
Aquí el trato es personal, de toda la vida o como si fueras cliente de toda la vida. Es un lugar indiscutible para el refugio del trabajador y no tan trabajador.

La hora de antes del almuerzo está de par en par ¿por qué? porque te ponen buen vino y la cerveza local bien «tirá» y bien fría. Y no te cobran si quiera los cacahuetes que los acompañan como en otras. Y es la hora de la salida del curro.
«El de la puerta la canne», «el que está al lao del puente San Bernardo», «en el que la cháchara viene gratis con un buen caldo», etc, etc.
Desde luego no hay sitio con más solera que éste en toda la avenida.