Esta mañana me ha llamado mi madre un poco asustada, «Hijo, que cuando me he levantado me he encontrado el suelo de la cocina encharcado. Ayer, el fregadero me empezó a dar problemas porque el agua no colaba. ¿A quién puedo llamar?» Rápidamente me he acordado de Manolo, el fontanero más profesional que me he ‘echao’ a la cara. Manolo trabaja para otro fontanero, José Cepero, al que yo no he visto en mi vida, pero sé que trabaja para él porque siempre, cuando termina su trabajo, le llama y le pregunta cuánto debe cobrar. Conocí a Manolo por pura desesperación. En mi antiguo piso de Los Remedios la lavadora empezó a regurgitar agua de mala manera. Llamamos a dos fontaneros que no fueron capaces de arreglar el estropicio y finalmente, desesperados, llamamos al Fontanero Cepero. No recuerdo bien, quién me pasó el teléfono, pero me solucionó la vida en un momento. Llamamos por la tarde a última hora, y a primera hora de la mañana ya estaba Manolo llamando a mi puerta. El tío se pegó un buen rato estudiando el asunto, hizo un par de intentos y me dijo que iba a buscar una máquina y volvía. A la media hora volvió, levantó una arqueta, metió unos tubos, puso en marcha un motor, y yo qué sé qué más. El caso es que en nada me solucionó el problema. ¡Un artista! No recuerdo bien cuánto me cobró, pero lo que sé es que a mí me pareció barato. Hoy a mi madre le ha solucionado el problema en menos de una hora y le ha cobrado 35 euros. Mi fórmula secreta(ahora ya no-;-)-) para cuando tengo problemas con los grifos, desagües o tubería de mi casa, es clara y sencilla: Problemón de fontanería + Fontanero Cepero = Solución rápida y económica