Tapicero Bernáldez

El trabajo de oficio es el que mejor se aprende, el que se lleva debajo de la piel, en la sangre. Este hombre es un ejemplo de ello. Un artesano del tapiz. El breve rato que lo vi en su taller mientras yo le pedía un presupuesto me bastó para ver que lleva mucho tiempo haciendo lo que hace, y que es un artista.
El sillón de nuestro salón es muy cómodo, atrapa a todo el mundo, pero la tela está llena de lamparones y manchas. No queremos deshacernos de él pero la verdad es que está un poco impresentable. El otro día cuando pasé por la calle y vi el anuncio de este tapicero entré del tirón.
Le dije al hombre las medidas que tenía el sillón, no me resultó difícil describirle como era porque tenía en el taller un modelo bastante parecido. Me calculó que me costaría entre 150 y 200 euros tapizar el sillón.
En mi opinión es el precio que hay que pagar por una labor tan artesanal que al fin y al cabo te va a dejar el sillón como si fuera nuevo. Pero también es cierto que por ese precio hay sitios en los que te puedes comprar un sillón nuevo en perfectas condiciones.
Así que ahora estamos en esa tesitura, yo siempre abogo por preservar lo viejo y reutilizar en vez de invertir en lo nuevo, pero como somos varios los inquilinos del piso habrá que debatir.

Esta tarde he conocido a Rafael.
Rafael lleva en esta tapicería desde que terminó la mili. Es un negocio familiar que le acompañará el resto de su vida.
Esta tapicería se encuentra en un barrio que antiguamente eran parcelas que fueron ocupadas por gente del campo que se acercaron a la ciudad. La mayoría de estas casas están hechas a partir de restos de los pabellones de la antigua Expo del 29. De estos usaron los azulejos y los ladrillos de taco. Por esas calles pueden verse cerámicas que adornan fachadas que son una verdadera obra de arte, aunque quedan pocas, la verdad.
Rafael nos ha dado hoy toda una clase de historia sevillana. Hablando de como este barrio sobrevivió a la riada que asoló Sevilla en 61, ha empezado a sacar fotos, periódicos antiguos, recortes de revistas, planos, antiguos pagarés con los que pagaban sus padres la letras del local que hoy ocupa el, la mejor biblioteca con el mejor profesor que había conocido jamás. Y todo esto gratis para dos perfectos desconocidos.
Nos ha contado la historia de su madre, María Fonseca. Ella era mecanógrafa para la Compañía de Tractores y Motorización. Una mujer con agallas que en aquellos años levantó un escándalo por un trapicheo de empresa. Luchó por su puesto y el de sus compañeros hasta el punto de enviar al mismo Franco una carta certificada explicando décorósamente las ilegalidades que le constaban y que iban a costar el pan de su familia y el de tantas otras.
María estuvo en el calabozo durante un día porque fue acusada por un comunista, cosa curiosa teniendo en cuenta la lucha que esta mujer tenía.
Eran tiempos difíciles pero a ella nadie la pudo callar. A Rafael se le saltaban las lágrimas mientras contaba todo esto.
Esta tapicería tiene mucha historia, no puedo contar todo lo que este hombre me ha contado esta tarde porque necesitaría un libro. Me ha parecido un señor muy interesante y apasionado. No me extraña que sea un artesano de los que ya no quedan.
Uno de los trabajos que nos ha enseñado, en fotos, fue un encargo que le hicieron hace muchos años. Se trataba de mobiliario de oficina de la Administración Pública que estaba abandonado en un cortijo llamado «La Gota de Leche».
La administración donó todo este mobiliario antiguo (para verlo, verdaderas obras de arte) a unas monjas que no sabían el valor de cada uno de esos sillones, al igual que el funcionario que se deshizo de ellos.
Estas monjas iban a usarlos para un colegio, pero al ver terminado el trabajo de Rafael decidieron llevarlos a una casa de retiro que tienen en Huelva, qué listas…
Hizo también un sofá para un banquero y se sorprendió un día cuando viendo las noticias en casa, en una visita del Papa Juan Pablo II, vio a este sentado en su sofá.
Su negocio como tantos hoy en día anda por malos tiempos. Este ha sido heredado de su padre, tapicero artesano de toda la vida también.
Es una pena que estas cosas se pierdan. He visto su trabajo y he podido conocer a Rafael durante un par de horas y en serio he quedado fascinada. Un hombre amable, entrañable y apasionado de su trabajo y de los trenes. Si, nos ha puesto al día en trenes también.
No le he preguntado por precios, la verdad. Pero en cuanto tenga algo de dinero quiero un sofá suyo. Vengo enamorada.
Os dejo fotos tanto del local, como de trabajos que el ha realizado y los trozos de historia que nos ha enseñado con documentación.