Loved this place — an unassuming little dining room with the square grey ceiling panels of a 1980’s office block and no more than 35 covers inside. My colleague suggested it on the back of a tip in the Guardian, which we began to question when 1) we managed to get a reservation on the same day, and 2) we found ourselves on a fairly bleak street with few signs of life aside from the traffic rushing past to somewhere else. We’d actually booked at the early-for-the-Spanish 9pm opening time, so it was empty when we arrived, and we were seated at the table nearest the door which explained the last minute reservation. We sat down hesitantly, the sound of the traffic ringing in our ears and unsure of how ‘hot’ a tip we had followed. The uncertainty soon evaporated largely thanks to the owner(I assume — there were pics of him and the restaurant on the wall from the Spanish press!) and his staff. By the end of the night I think I wanted to be him — he seemed to know someone from most of the other parties arriving, greeted everyone so warmly, and generally seemed to be having a great time. The staff were happy to explain their specialities and my colleague even let the owner choose a main course for him with the guidance ‘something local but unusual’. This could’ve backfired massively but turned out to be a seriously tasty deer meat dish, whilst I loved my entrecôte main and finished the lot — it arrived covered in more peppercorn sauce than I would usually have poured over myself but tasted great. Before that though we shared a series of delicious starters, including mussels and their signature pig’s trotter cannelloni dish(don’t miss it!). I also got carb envy of the table next to us and asked for some classic pan con tomate, which the waiter put together right away for us to munch on and didn’t charge us for it. He also recommended us an affordable local red wine which went down very well. Chocolate bunuelos to end were a nice sweet bite but could’ve been a bit gooier. Our dinner took over two hours in the end but didn’t feel like it dragged, and once the covers filled up the laughter and chat soon drowned out the traffic outside that had seemed so prominent initially. There’s actually only time for one sitting per table at dinner, which made us feel even luckier we’d managed to book ours on the same day. If you’re after some proper catalan cooking in a relaxed unfussy setting, without another tourist in sight, then I can’t recommend this place enough. These guys don’t mess about — let the waiters choose your order and enjoy!
Laia T.
Évaluation du lieu : 5 Barcelona
Can Vallès tiene mucha historia. Pasa desapercibido porque nunca está de moda pero tampoco pasa nunca de moda. Y esto es porque se come muy bien. Siempre y todo está muy bien hecho. Es cocina tradicional con un toque actual pero para mí, más allá de etiquetas y definiciones, Can Vallès es un restaurante de platos que marcan. Cuando uno entra allí se asusta un poco porque el local bien podría ser el de un bar típico de barrio. Mesas muy juntas, manteles blancos(hasta hace poco eran de papel) y la decoración se ve muy antigua. Pero que no cunda el pánico que lo bueno está en los platos… Fui a comer con amigos que conocían bien el restaurante así que no pedí nada y me dejé guiar ciegamente. Nos trajeron: pa amb tomàquet(una coca tostada muy buena), jamón ibérico cortado a mano(sabía a gloria), carpaccio de reno ahumado(alucinante la textura muy suave y el sabor tan característico), múrgules en salsa cremosa de leche, canelón de pies de cerdo y solomillo fileteado(se derretía en la boca). Quiero hacer una mención especial al canelón de pies de cerdo. Es un verdadero«must» del restaurante. Solamente sirven uno, es decir, 3 bocados. Esos 3 momentos se quedan grabados en la mente durante unos cuantos días más. Es relleno muy tierno, suave, se derrite en el paladar y allí sale el sabor a la carne, nada fuerte, y se funde con la bechamel. Después de este festival pedimos de postre el flan casero de castaña, que es su especialidad. Y tampoco defraudó. Para terminar, la dolorosa: 60 € por persona. Sé que es un precio alto pero la experiencia lo merece con creces. PD: llamad SIEMPRE antes de ir, casi siempre tienen todo lleno. Si podéis llamar 4 – 5 días antes mejor.
Edu R.
Évaluation du lieu : 5 Barcelona
Escondido del mundanal ruido, de las revistas de moda de hostelería, del circuito cool de bcn… escondido de todo eso, se encuentra Can Valles un restaurante que pasa desapercibido, por fuera parece un restaurante simplón de barrio sin más, pero hay amigos… lo que allí se cuece está a otro nivel . Comida tradicional con toques modernos pero sin extravagancias, pescados, carnes, pastas, etc… todo de una calidad exquisita servidas con una educación fuera de lo común por parte del jefe de sala y de sus camareros, que yo sinceramente hacia mucho mucho tiempo que no recordaba, por no decir que nunca me había pasado. como ya sabéis el dulce me pierde y la opinión de los postres arggggg buenísimos, unos buñuelos rellenos de chocolate amoussado(me he inventado esta palabra porque era mousse lo que llevaban dentro) espectaculares! Resumen restaurante 10. Ah se me olvidaba, no son baratos. Pero una vez al año no hace daño.
Xavier C.
Évaluation du lieu : 5 Barcelona
Hay que decirlo rápido: aquí se come bien, de hecho muy bien. Can Vallés es un clásico que todo amante de la buena cocina tiene que visitar. A primera vista no parece gran cosa. De hecho cuando pasas por delante nunca dirías que detrás de una puerta tan discreta se esconde un verdadero paraíso culinario. Una primera ojeada a la carta te muestra que estás en el buen sitio. Todos los platos parecen apetitosos. Desde un sencillo entrecot a la pimienta hasta una ración de «tallarines de sepia»(que por cierto no es un plato de pasta), todo apetece y te produce aquella sensación de «aquí hay que volver». Como queríamos una cena«ligera» renunciamos a la carne, el filete de ciervo tendrá que esperar. En concreto elegimos las verduritas a la brasa, los tallarines de sepia, el tartar de atún con jengibre y el rape con mostaza. Todo estupendo. Por criticar: la mostaza tapa el sabor del rape, que se adivina fantástico. Para recomendar: el atún es impresionante, la mezcla de sabores del pescado, las especies y el toque de menta es sublime. En cuanto a los vinos la carta es un acierto. Precios acordes con el local, todos entre 15 y 30 euros. Así podemos traer sin peligro a nuestro amigo sibarita, sin temor a que nos arruine, pero sin decepcionarlo. Los postres siguen la línea y no decepcionan. El pastel de castaña es para mí la mejor opción. El servicio es atento y rápido(incluso demasiado rápido) y nunca empalagoso. Para acabar: el precio. Los 2 platos más postre rondan los 45 euros por persona. Si le sumamos el vino, resulta que por algo menos de 60 euros por comensal podemos disfrutar de una excelente experiencia.
Luisa R.
Évaluation du lieu : 5 Hospitalet de Llobregat, Barcelona
Can Vallés es uno de esos restaurantes de Barcelona que sobrevive al paso del tiempo, a las modernidades extremas, a la exagerada innovación y evoluciona con elegancia sin quedarse atrás y conservando su prestigio. Una carta de la que provoca muchas dudas. De ese tipo que elijas lo que elijas siempre tendrás la sensación de haberte perdido algo. Todo es apetitoso. Lo mismo ocurre con su oferta de vinos, completa y de cuidada selección para acompañar cualquiera de los platos que se escogen. Un local no muy grande, diría que para unos 40 comensales y donde tienes que asegurarte la mesa reservando por lo menos con una semana de antelación. Y aún así, siempre confirmarán un día antes tu visita para asegurarse que no queda ninguna mesa vacía y nadie de la lista de espera se queda sin venir. Cuando lo visitamos, además de la carta, existían las sugerencias del chef, Josep Alvárez, esos platos del día fuera de la carta que solo podremos disfrutar si han encontrado una materia prima que cumple sus expectativas y con la que nos brindan elaboraciones diferentes a la habituales. Así que nos dejamos llevar y optamos por esta opción y comprobamos que tiene un servicio coordinado, discreto y profesional como pocos, ya que nos asesoran desde qué pedir según el apetito que tenemos, hasta el orden en que hacerlo, a lo que obedecemos sin rechistar. Mientras que decidimos, un pequeño aperitivo de olivas, como si supieran que según que decisiones necesitan su tiempo. Compartiremos todos los platos, y empezamos con un atún en escabeche. Literalmente, se deshace en la boca. Por su aspecto parece carne más que atún, seguramente una consecuencia del escabechado. Tiene un sabor muy suave, redondo, en su punto. Tuvimos suerte de haber encontrado ese plato en las sugerencias. Entre ellas, había otra opción de atún totalmente diferente. Tanto dudamos entre las dos que no descartamos ninguna. Aún siendo el mismo ingrediente, hablamos de dos platos distintos: además del atún escabechado también lo servían como tartar. El tartar a modo de tallarines y con jengibre y menta. Los dos aderezos le daban el toque exacto: por un lado la extravagancia(cada vez menor) de la raíz y la frescura de la hierba. Pero sin enmascarar en ningún momento el sabor del atún. Era un tartar untuoso y sabroso. Lo sirvieron con un ligero pan de coca poco tostado. Ideal para servir de apoyo, pero no tan contundente como para que comerse el tartar roce el hacerse un bocadillo. Seguimos con un surtido de «cáscaras»: Berberechos, almejas y mejillones. Un combinado de marisco formado por unos moluscos que casi te daban conversación, frescos como pocos. Sin más que un poco de sal y pimienta. Y casi casi que sobraba. No era necesario nada más, cualquier otra salsa hubiera sobrado y no hubiera permitido saborear con plenitud este gran plato. Los mejillones eran pequeños de tamaño pero especialmente sabrosos. Espectaculares. Y otra elección que acabo de reafirmar que la sugerencia había sido perfecta fue el Popurri de setas con butifarra de perol esparrancada(desmenuzada). Un sabor explosivo a bosque, a tierra, a setas. Finísimo y elegante y presentado en forma de timbal. Una buena ración, suficiente para dos personas, ya que esta forma de servir engaña al estar la comida presionada. Cuando hincas el cubierto y deshaces la torre siempre hay más cantidad de la que parece. Excepcional. Y no dejamos de lado los postres, para nosotros, imprescindibles. Un flan con un toque especial. Por su aspecto parece normal, pero tenía algo diferente. Es un flan de queso de cabra con helado de turrón y lagrimita de miel. Del flan no puedo hablaros, solo decir que permaneció en la mesa solo unos segundos. Y que conste que se tomó con cuchara y no sorbiendo!!. El helado era magnífico. Seguro que el dulzor de la miel aún hacía este flan mucho más atractivo. Mi elección fueron unos buñuelos de chocolate caliente acompañados de helado de canela. Unos buñuelos para comerlos de un bocado y dejar que explosionen en la boca liberando el chocolate deshecho de su interior. Un placer que se remataba con el sabor de la canela del helado, no excesivamente frío para evitar un gran contraste. Delicioso. Acompañamos la cena con un Blanco de Garnacha Blanca y Macabeo: Abracadabra. Un delicioso vino de la tierra. De las bodegas Trossos del Priorat, de Gratallops de la D.O.Q. Priorat. Fue la elección perfecta. Largo en boca y afrutado, un vino que hace honor a su denominación de origen. Una asignatura pendiente desde hacía tiempo que por fin hemos aprobado y con nota. De hecho, era uno de esos propósitos que se hacen al empezar el año, el ya pasado 2014, que hemos cumplido. 122 Euros de cena para dos personas(28 de vino) bien pagados y con ánimo de repetir.
Jennifer W.
Évaluation du lieu : 3 San Jose, CA
Foie gras-can’t say anymore, then its foie gras! Stewed beef-loved it! Licked the plate. Roasted veggies– Pasta with cuttlefish– creamy Mussels were good too! 1 bottle of red-asked for a suggestion from the waiter. Didn’t provide any help, so we just picked one. It ended being pretty good! Walked in. Didn’t pay attention to us until we ordered 5 dishes. Laughed at the tip even though it wasn’t standard. Food is good-service could be better!
Melissa W.
Évaluation du lieu : 5 Chandler, AZ
Best part of researching a restaurant is finding food bloggers recommendations. The staff looked very surprised and even doubtful at our presence, being the only Americans and without lunch reservations, but we must of passed the dressed decently test, so we were seated and henceforth enjoyed a wonderful meal with the only English speaking and friendly waiter. He helped to drive our courses, which was literally the house specialities and what the other food blogger had. course for course… so we know they are at least consistent. :) Jamon Iberico Bellota with pan con tomate(the famous Iberico black pigs fed on acorns ham with delicicous bread rubbed with fresh tomato) Carpaccio de Reno Ahumad(carpaccio of smoked deer meat) Canelones de Pies de Cerdo(pigs feet canneloni… the waiter insisted we had to eat this… believe it or not, everyone was raving) Chuleton de Buey a la Llossa(huge single steak for 4 served on a hot stone with a side of potato fries. the listed price was 29E but charged 47E. so this is probably by weight) This was a pleasant 2 to 3 hour meal, with a bottle of Ribero del Duero and espressos, 4 people approx 150E. Pass on your shorts and flip flops here. :D Metro: Rocafort
Marta M.
Évaluation du lieu : 5 Barcelona
En Can Vallés se come realmente bien, por eso es tan conocido. Por eso está siempre lleno de gente y es tan difícil encontrar mesa. Y no por que sea barato(hay que ir preparado para pagar unos 50 euros por cabeza). Es que quedan pocos restaurantes como el Vallés, donde la comida es tradicional, de toda la vida, buena y donde aún ponen manteles de papel y los cubiertos tienen mangos de madera. El ambiente es muy ruidoso, rudo más bien, y casa genial con el tipo de comilona que uno se puede pegar allí. Hay que reservar si se quiere cenar o comer, aunque también hay la opción de picar unas tapas más asequibles en la barra.