JazzMan

Quaint jazz bar. Nice to sit and have a drink where you can hear the people you are with.

Great place! Jazzman was on my list of places to visit in Barcelona– it didn’t disappoint! This establishment is a veritable shrine to jazz– from the photos that adorn the walls, the saxophone bar tap, the music selections, and, of course, the owner/​bartender. If you’re in the city and love straight ahead jazz, this is ground zero! We don’t even have too many places this authentic left in America (it amazes me how people from other places sometimes value our artistic/​cultural output more than we do). Be mindful, however, they don’t have live music every night.

Great little find. Jazz, jazz and more jazz.
Good atmosphere and open late. Only empanadas availaible but no biggie. You are here for the jazz.
This place has been here for 36 years and David our host has been for 10 years.
A secret find for us Aussies in a big city.
I am sure that later in the night the place will be rocking!

Este fin de semana fui con unos amigos a JazzMan guiándonos por las reseñas que tenía. Fue todo un acierto, el local es pequeñito y, al ser sábado, no pudimos ver ninguna actuación en directo. Aún así, disfrutamos mucho de la música del bar y, además, tengo que decir que por hacer el check in aquí me tocó un cd de música en vivo grabado en el bar!
El ambiente nos pareció bastante como para ir en pareja, por la distribución y luz que hay. El precio de los cócteles está ajustado y también tengo que decir que el dueño nos pareció encantador!
La decoración del bar es bastante sencilla, tiene partes –por ejemplo, la pared– que parece que está que se cae pero también tiene cierto toque cool, la barra es bonita, la típica de bares de jazz. Definitivamente, un descubrimiento en este barrio que tenemos poco explorado.

Uno de los locales clásicos del Jazz en Barcelona desde 1979
Con un ambiente acogedor e intimista, es visita obligada para los amantes del jazz y para todos aquellos que se sienten atraídos por la atmósfera que destila.
Un oasis para poder escucha el mejor jazz con la mejor copa.

Miren, no tengo ni idea de jazz; cuando un tema me gusta, porque sale en una peli de Clint Eastwood, porque lo tararea un colega o porque lo he escuchado en un anuncio de dodotis, a lo mejor me acabo obsesionando, pero en general veo el panorama desde fuera. Conozco algunos nombres de músicos pero suelo confundir a trompetistas negros con pianistas blancos. La gente como yo disfrutamos el Jazzman solo a medias, pedimos un whisky porque suponemos que toca, y escuchamos con admiración pero sin que se nos note la conversación entre el tipo que nos sirve y el fulano del taburete. Que si Charlie Parker, que si Miles Davis, y que si no sé qué de una jam session la semana pasada.
Subiendo las escaleras, en un espacio de apenas cuatro o cinco metros cuadrados, un par de amigos nos esperan ya con sus copas y hablan de otros trompetistas, de los que solo conozco un pelín a Chet Baker. Las conversaciones aquí solo son aprovechables en la medida en que pueden derivar en charlas sobre cine, tebeos u otras músicas a las que uno está más habituado. Cuando los ignorantes nos acabamos el whisky juramos volver al Jazzman con los deberes hechos.

Cerca de Sagrada Familia está este templito del blues y el jazz, donde los grandes de los grandes de estos géneros te miran desde las paredes. Impresionante un joven Miles Davis con su trompeta, junto a la puerta de entrada, dándote la bienvenida. Es un templito, porque es pequeño, pequeño. Pero cuando hay ganas de sacarle partido a un lugar, la dimensión no es nunca un obstáculo.
Todos los martes y miércoles noche hay actuaciones en la planta de arriba (porque aunque sea tan pequeño, tiene dos niveles). Y con la cercanía de la estrechez y con unos cuantos buenos acordes saliendo de las guitarras y los bajos, pasas una noche de entre semana con otro matiz. Recuerdo una noche con unas amigas que, incluso, nos dejaron hacer de DJs. Sus camareros propician un ambiente muy cercano y agradable. Y por recomendación de una colega brasileña, una buena bebida para la noche puede ser ron con limón.

Mítico rincón del jazz especialmente frecuentado por músicos y aficionados fervorosos. Es un lugar en el que parece que el jazz se personifique en forma de persona (como no), sentado por ahí (es una maldición hablar de jazz porque todo suena a leyenda cutre) tomando una caña. Y no hablo de los músicos ni de los coleccionistas obsesivos, más bien de Eso que les lleva a venir aquí. Tiene esa atmósfera al borde de la leyenda cutre, justo en el filo del tópico.
Pero el bar es genial!
Otro apunte trascendental es que al dueño, a veces, le gusta cantar (y tiene una voz bonita, pero es que además la usa en algún final de concierto, por ejemplo). Esto, en ocasiones, ocurre con los aficionados amantes entregados perdidos… que ocultan un secreto frustrado y se desmelenan ante los altavoces, dándolo todo aporreando un piano de pared en casa de una prima segunda, cantando voz en dientes incisivos para un público que son sus amigos… al final ellos escriben las leyendas y, ejem, las reseñas.