Un pequeño bar subiendo Major de Sarrià al que entramos porque no nos quedó más remedio, ¡en ese tramo de calle no había ni un solo bar! una farmacia y alguna que otra tienda, pero para tomar algo, nada de nada… El sitio me pareció extraño nada más entrar… el camarero(y creo que propietario) y dos hombres charlaban cuando entramos… no había ni un sonido más, nada de música, ni cafeteras, ni nada de los que a veces encuentras en un bareto. Tienen grandes cubas de vino y según mi acompañante que probó uno de ellos, es de excelente calidad. Yo preferí un Cacaolat caliente y una bolsa de patatas. A la derecha, pegado al bar, hay un comedor de vivienda, en plan«casa de la yaya»… me recordó al típico negocio de pueblo de hace años, donde los bares y tiendas formaban parte de las casas… El horario es peculiar porque cierran a las 8 de la tarde. No se si el destino me volverá a llevar a este local, pero si voy ya entraré preparada porque la verdad es que me dejó bastante alucinada…
Francisco R.
Évaluation du lieu : 3 Madrid
Qué sitio tan bizarro, tan diferente, tan… tan. No sé cómo describirlo. Es un espacio ínfimo con dos puertas de acceso y tres mesas. Una pared con cubas y cubetas rellenas de vinos de diferentes tipos casi todos a 2’50. Un baño que acciona la cisterna con una llave de la luz. Una habitación de la casa –sacada de «Cuéntame cómo pasó” — perfectamente visible y adosada al espacio de la bodega en la que se ve el sillón y la mesa camilla y la tele y algún que otro habitante de la misma. Me pedí un vino de Málaga y resultó estar exquisito. De los de macerados con naranja. A pesar del bizarrismo y lo pequeño no me pareció barato. Eso sí pagas una verdadera experiencia real diferente. Atención cierran a las 20’00.