Cuenta la historia que esta tienda fue, en su día, una carnicería. Su dueña, la bautizó así, pues su nuera era originaria del imperio del sol naciente. Donde años atrás colgaban chorizos, patas de jamón, entrecots, osobucos, filetes… y todo lo que os venga a la cabeza, o al estómago; ahora encontramos coloridos despertadores de los años 60, postales con efectos 3D, juguetes de antes de la guerra, sillones de fantasía animal de mitad de siglo, cohetes para enviar a tu Barbie a la luna y comprobar si le ondea la rubia melena, bolsos estilo Jane Birkin, viejos cuentos de la época en que Mickey Mouse estaba soltero… todos y cada uno de los objetos caóticamente ordenados. La disposición y extravagancia del lugar, lo hacen ideal para recrear el escenario de American Buffalo. Al tocar el timbre, en vez de Don, aparecerá el actual propietario del reconvertido anticuario, que no es ni el hijo de la charcutera ni el marido de la japonesa.