Viernes 7 de diciembre, mañana fría y elegante de invierno, mi querida mujer y una buena amiga suya decidimos quedar para comer. El sitio elegido es La Taberna de Lesseps. Mesa reservada a las 14:00h. La Taberna de Lesseps es un restaurante situado a escasos metros de la plaza a la que hace referencia su nombre y dado que no está a pie de calle, si no que al entrar hay que bajar unas escaleras, siendo más bien una especie de sótano, le da al restaurante un cierto aire de clandestinidad, solo un cierto aire. Veamos, al entrar en seguida uno ya se siente como en casa, decoración donde predomina la madera y lo añejo, lo antiguo, recordando a los restaurantes de alta montaña. Consiguiendo por tanto un espacio acogedor, tierno, que te abraza y te invita a la sobremesa. No sentamos en una agradable y tranquila mesa redonda. Antes de que nos traigan la carta, y siguiendo la tradición, pido una caña para que me permita mirar la carta con el cariño que se merece y la armonía necesaria para no caer en una mala elección. Lo primero que me llama la atención es la sencillez de su carta y lo poco cargada. Sinónimo pues, de que se centran en un buen producto y en una idea o concepto determinado. Que no es otro que la carne a la brasa de carbón de encina. La carta se complementa con una serie de platillos, ensaladas, raciones o medias raciones. Apurado el último sorbo de cerveza y ante la llegada del camarero pedimos lo siguiente: De primero y para compartir: 3 croquetas de jamón de bellota, muy buenas, grandes y sabrosas, no son de las mejores, pero hay que decir que eran unas señoras croquetas, proseguimos con un platillo de anchoas del cantábrico y pimiento de pitillo, que estaban excelentes, una maravilla, carnosas, muy buenas, para finalizar con los primeros, optamos por unas chips de alcachofas, que estaban más que notables, lo acompañamos todo también con un algo pobre pan de coca. De segundos optamos: Mi mujer por un surtido de cuatro hamburguesas, de 50g, de foie, cebolla caramelizada, brie y mostaza a la antigua, acompañada de patatas, bastante buenas, exceptuando la de mostaza, no porque fuese mala, si no por el exceso de la misma apagaba el sabor de la hamburguesa, la mejor, sin duda, la de foie. Su amiga se decantó por una butifarra con patatas fritas, que ciertamente y aunque sea un plato de los más sencillo, al igual que las hamburguesas, estaba realmente buena, excelente, de las mejores que he probado. Y por último, un servidor, se decantó por el Steak Tartare, clásico, que estaba fantástico, muy bueno, excelente carne de solomillo de ternera cortada a cuchillo, muy melosa, en su punto de picante, tal y como lo pedí, con una rallada de huevo duro por encima, lo dicho, gran Steak, y dada la alegría que me transmitió el plato me vi en la obligación de hacérselo saber al chef. Estos platos citados fueron bañados por el siempre efectivo Glorioso Crianza 2.007, un Rioja, simpático, carnoso, color terciopelo, elegante en boca y con taninos maduros y sedosos. Dos botellas, 15 euros cada uno, más que correcto. Por último cafés de rigor y botella de agua, para hidratar. Precio por persona 36 euros. Dispone de un buen surtido de gin-tonics. En definitiva un sitio muy recomendable, ideal para ir con varios amigos, tiene mesas separadas y tranquillas, lo que hace que tú velada no se vea interrumpida constantemente. Una carta corta, pero cuidada, y sobretodo, un sitio para comer carne, no en vano es su especialidad. Yo volveré seguro, con la intención de probar su chuletón y su solomillo. Con sitios como La Taberna de Lesseps uno vuelve a recuperar la confianza en el ser humano, y quizá y aunque solo sea por unos horas vuelve a creer en dicha especie. Dado que, y en contra de mi voluntad, no pudimos tomar el gin-tonic en el restaurante, al salir paramos un taxi, y nos fuimos a degustar dicho gin a la coctelería Gimlet, situada en Santaló 46. Y donde un simpático y profesional barban nos sirvió de manera brillante una SW4 con fever tree. Disfruten.
Beatriz S.
Évaluation du lieu : 3 Barcelona
Este sitio es tan tan pequeñito por fuera que hay que mirar dos veces para darte cuenta que esta ahí. Además como esta situado en una calle poco transitada pues… la dificultad de verlos aumenta. Parece un sitio mu austero nada más entrar repito, porque una vez bajas las escalera y entras el ambiente es muy chulo, rústico combinando la madera y la piedra. Es buenísimo para ir con un grupo de gente y ponen una carne a la parrilla y la piedra que levanta las penas! No he vuelto a ir desde que deje de comer carne pero mi palto preferido en este sitio era el magnífico Steak Tartar de solomillo de ternera que preparan y para esto hay que tener mano!!!
Laia O.
Évaluation du lieu : 4 Barcelona
En principio puede pasar desapercibido porque la Plaça Lesseps a mí siempre me da la sensación de caos urbano, es un sitio por el que paso rápido, pero fíjate en él si te gusta comer carne porque aunque en principio parece un sótano muy desangelado es un lugar bastante chulo y se come muy bien. Sus especialidades son el steak tartar, el chuletón de buey, el solomillo de ternera, el lechazo de Burgos…, asan en parrilla de carbón natural de encina.