Magic

Perfecto para acabar la noche de fiesta. El precio de la entrada son 10euros. Con gran espacio y varias salas para disfrutar de la buena música que ponen. Por lo que vi suele haber más chicos que chicas, cosa bastante rara en otras discotecas. Eso si es un picadero total.

La música esta bien, pero el ambiente es claustrofobico y el ambiente tampoco mata.
Otros sitios requieren más mi atención.

Me gusto mucho, la verdad es que cada vez es mas raro escuchar buena musica los fines de semana, en particular hasta altas horas. EL ambiente quiza sea un pelin claustrofobico por que se llena y pronto. EL precio de las copas es normal

Una noche de bruma.
El descenso a pie por escaleras envejecidas; detrás de la esquina aparece otra habitación, de paredes pintadas con escenas contemporáneas, y más allá un escenario, sobre el que sucede un concierto de punk garajero.

Es la meca del rock’n’roll de Barcelona!
Todo los rockeros, jóvenes e ya no tanto, van aquí para bailar toda la noche los hits del rock de todos los tiempos.
Yo fui la primera vez hace muchos años y, cuando vienen mis amigos de Italia a visitarme, seguro que en algún momento acabamos bailando, cantando y saltando como locos en la pista del Magic.
Por cierto, sales de allí más empapado que nunca, ya que la sala donde se baila es estrecha y con el techo bajo y se crea un verdadero pogo al himno de Hey Oh Let’s go!
La entrada vale 10 euros con consumición. Si vas muy tarde seguramente encontrarás una cola muy larga y al final puede ser que ni te dejen entrar porqué el aforo ya está completo!
Sólo para verdaderos amantes del rock!
I love rock’n’roll…

Esto es Magic. Bajas las escaleras y te sientes en un videoclip. Suena The Ramones. La camarera podría llamarse Peggy Sue, pero seguro que se llama Sandra o Vanessa. Hay mucha gente en la barra, una horda primitiva que se agolpa y yo me sumo a ellos. Esperamos nuestro turno para beber, intercambiar un papelito rojo por algo de alcohol. La camarera no sonríe, tiene un look años cincuenta algo oscuro y mientras suena una canción mítica de Guns’n’Roses intento hacerme entender por encima del ruido. Ella no necesita la voz para atenderme, simplemente masca chicle. Su compañera, la de los aparatos, le sonríe. Esto es Magic. Bajo los pocos escalones de la barra y me dirijo recto a la sala del escenario. Cambio de canción. I love Rock and Roll. La gente da lo mejor de si misma ahí arriba, son estrellas fugaces. La pista está llena de gente de mi edad o mayor, hay dos chicos que llevan toda la noche de caza pero sin suerte, me he cruzado con ellos en el lavabo y uno le aguantaba la puerta al otro. No se han lavado las manos. Busco a mis amigos pero no están, cruzo la sala y me dirijo al otro lado. Más gente. Mucha más gente. Corrillos, tríos, parejas. Una orgía de pequeños bailarines. No nos vamos a morir nunca, pienso. Esto es Magic. Cambian de canción, sigue la música.

Más de uno lo llama la discoteca de peludos (por los rockeros de pelo largo que no se encuentran en otras discos), pero en realidad va gente de todo tipo. A mí me parece un buen sitio para desahogarse de las tensiones de la semana a los gritos de hits de ACDC, Led Zeppelin o la Creedence. Es local es menos frío que una discoteca común y tienen la delicadeza de no abusar de la iluminación estroboscópica como en otros sitios. Fiesta rockera y rollo divertido, en el Magic siempre me lo he pasado bien.

Discoteca-​sótano no apta para claustrofóbicos: no es muy pequeña pero el techo es bajo y está casi siempre MUY llena. La clave del éxito de Magic es ofrecer noches de juerga sin imposturas con predominio del rock clásico, bailable, nada refinado, pero con decente buen gusto. Esta receta atrae a lugareños de todo pelaje: rockers no muy integristas, treintañeros ni muy fashions ni muy poligoneros, erasmus, turistas europeos… Resultado: unas colas del copón y sudor a raudales para los que consiguen entrar. Lo cierto es que con la prohibición del fumeteo la mañana siguiente es menos desagradable debido a que te has ahorrado la ingesta de nicotina y alquitrán, pero durante la jarana los efluvios de sobaca mora se notan más que antes.
Ha funcionado intermitentemente como sala de conciertos, con visitantes ilustres, entre ellos y por decir solo uno, el grandísimo Nikki Sudden, tristemente desaparecido.

Ubicado en un sótano frente al Parque de la Ciutadella, el Màgic se ha convertido en el garito rockero por excelencia de Barcelona. Habrá otros de más modernos, más elegantes o más céntricos, pero el Màgic tiene ese espíritu único de los lugares con historia. Si llegas pronto está vacío, si llegas tarde te encuentras con una cola quilométrica y puede que te digan amablemente que el aforo está completo. Así que hay que tener suerte, llegar en el momento oportuno y dejarse llevar por la música (todo clásicos del rock desde los años 50 hasta la actualidad).
Una vez entras en este microcosmos de rock n’ roll, el mundo exterior pasa en un segundo plano. No importa si es invierno, si nieva o si es pleno verano, en el Màgic las horas pasan volando y la temperatura nunca deja de subir. Hace un calor inhumano y la gente se amontona en las dos salas de baile… eso sí, siempre nos queda visitar la sala grande del bar y tomar una cerveza bien fría. No en vano, el precio de la entrada es perfecto para sobrevivir a este ambiente propio de Woodstock o Altamont: 10 euros con un cubata o dos cervezas. Un lugar de culto y de visita obligada para pasar una noche a ritmo de rock n’ roll.

El rock and roll en Barcelona es de minoría absoluta. Es lo que tiene esta ciudad, enemiga de los feos… y eso que en el fondo somos muchos más. El Magic viene petándolo desde 1976, como reducto del salvaje que sabe que los Ramones son más grandes que la puta vida y que gusta de quedar ronco con, por ejemplo, el himno «carapintada»: «I wanna rock and roll all ‘nite’ and party every day!». Pd.: si acudes pronto te ahorrarás unas colas de órdago.

Sitio mítico de la noche barcelonina y una de las pocas discotecas donde aún podemos encontrar buen rock los fines de semana.
A partir de las 2:30 suele haber una cola considerable y dentro está lleno. Las copas van a 7 euros, lo típico de un sitio de estos.