No es, para nada, un chino al uso. Sus creaciones no tienen nada que ver con lo que hayas visto en los tugurios que acribillan nuestra ciudad en cada esquina. Esto es otro nivel. Un servicio estupendo, eficiente, limpio… pese al cambio de local, siguen totalmente en forma. Hay incluso colas para su menú del día, que se encuentra entre los mejores de la ciudad. Pero lo que es más bestial es su variedad de platos sin gluten, es una maravilla. Ese pan de arroz al vapor me vuelve loco. Muy, muy aconsejable.