Xavi

El Xavi es un bar familiar, luminoso porque hace esquina, regentado por un matrimonio que por serlo parece estar en su casa. Sirven, cocinan y limpian las mesas con la laboriosidad con la que las hormigas adecentan el hormiguero, con pulcritud y buenas maneras. El bar no tiene tragaperras, inconcebibles en un sitio así, pero a cambio se queda con varios abuelos del barrio que casi son ya familia y que se preguntan sobre la salud y sobre el entierro de aquél otro que vivía un poco más allá.
La cocina es cuidadosa y el precio del menú ajustado. Destaca sobre todo la oferta para desayunar de zumo exprimido más bikini por dos euros con diez, que parece que los cobren porque tienen que hacerlo, como si no quisieran abusar del cliente que al fin y al cabo es su vecino. La confluencia de trabajadores de toda la zona es abrumadora entre las nueve y las once, y sin embargo nunca parece lleno. La amplitud del local ayuda.
Eso sí, no esperéis que os sirvan los fines de semana o cuando se pone el sol. Las familias también descansan.