Jo¡¡¡ Tanto patear buscando unos churros y comprarlos aqui. Son unos personajes un poco grises que parecen querer traspasar mañana el negocio. Ya me puedo ir para otro lado a buscar churros con otra chusma.
Adrián C.
Évaluation du lieu : 4 Barcelona
Al otro lado del bar Massip un hombre grueso, con barbita y voz algo amanerada sirve cafés con leche y, sobre todo, churros; churros desde un local pequeño, con su barra para sentarse a mojar en el chocolate y su ventanal para vender papelinas directamente al paseante. La vez que entré a comprar su producto estrella dejamos al tipo preocupado: un colega afirmaba rotundamente desde hacía tiempo que era capaz de comerse un quilo de churros de una sentada y para probarlo nos reunimos una mañana festiva de agosto. La ciudad estaba desierta pero el Massip, bajo un sol de justicia, aguantaba impertérrito. Fue la única churrería que encontramos. Al tipo de la barbita le explicamos la historia, después de pedirle la cantidad convenida, y escurridera en mano nos miró con asombro. Eso son diez raciones, no lo hagáis. Pero mi amigo no se arredró con aquel dato. El churrero, con su voz aflautada, nos dio los churros y el pésame y nos despidió. Buen muchacho, que a pesar de hacer la venta del día, le preocupaba más la salud de nuestro amigo que su negocio. Si hay que comprar churros, mejor comprárselos a una buena persona. Al final, el colega logró meterse 660 gramos. Y no los vomitó.