Covas de Sabella

Un escondido restaurante que, como dice la anterior reseña, suele llenarse bastante con los ejecutivos agresivos de la zona. De todos modos, hoy llegamos a las 14 sin reserva y pudimos obtener mesa (la única disponible, pero es julio y probablemente las vacaciones ayudan).
Variedad de platos, un servicio correcto y rápido nos ha convencido. Pedí unos canelones de primero, aunque no son los mejores que he comido, son de notable gracias al queso que los cubre generosamente, y un cocinado correcto daban el aprobado al plato. De segundo pollo a la brasa. Buena cantidad, sabroso y en su punto. Nada extraordinario, pero si correcto.
La comida la acompañan con pan torrado. No es el mejor pan torrado de la tierra, pero a mi un buen pà amb tomàquet i oli siempre me gusta.
El pudding que nos han ofrecido como postre también era bastante sabroso. Todo por unos 11 €, con el añadido del café.
Para un menú de mediodía, no es lo más barato, ni lo mejor, pero nota global sería un 7’5 sobre 10. Corrección sin alardes.

Este pequeño restaurante es un hervidero al mediodía, cuando una tropa de trajeados bajan desde la Diagonal para comer. No valen las reservas ni los amiguismos aquí. Si llegas temprano (13.30 PM) entras y a pedir. De lo contrario te tocara esperar hasta mas de 30 minutos por una mesa.
Una vez adentro creerás estar bajo una obra de Barceló. Una proyección de fitoplantum contra el techo con la intención de emular una cueva. Pero que te digo yo que es horrible a primera vista. Y a la segunda y a la tercera también.
Pero lo interesantes es el menú. Esta a 70 centímetros del suelo. Sobre la mesa y frente a ti.
Menú fijo para toda la semana con carnes y cocidos exquisitos. Bacalao, patatas, alcachofas o reducciones trufadas. Sopas o pastas. Vino y café. Todo por menos de 15 euros, lo cual no está nada mal teniendo en cuenta el publico que lo visita… que es de presupuesto mas holgado que el mío. Es cuestión de ir variando para probar de todo y no cansarse de las selecciones.
Yo no me quejo de la atención pero sería muy sincero decir estando en la puerta «les queda para una hora» y uno largarse para otro lado.