Xalupada

Original local donde las mesas y las paredes son pizarras, así que puedes dar rienda suelta a tu imaginación pintando (todas las mesas tienen tizas y un borrador).
Los camareros son muy simpáticos y rápidos sirviendo, y el par de tapas que probé estaban buenas (patatas con ajo y salmón ahumado con carquiñoles), pero tampoco las destacaría por encima de otros locales. El bar se caracteriza por sus xalupadas, que son platos grandes para compartir servidos en una tabla de madera y acompañados de salsas. Nosotros fuimos con la necesidad de cenar algo rápido ya que íbamos al cine, así que no pedimos ninguna por miedo a retrasarnos. Tenemos pendiente volver para poder probar alguna de ellas, ya que las críticas que he leído las dejan muy bien.
Los precios son correctos, y es un sitio ideal para tomar alguna copa puesto que los viernes y sábados cierran sobre las 3.

Aunque su oferta es también restauración, visitamos xalupada para tomar unas copas después de cenar. Bien situado, en la calle Diputación de Barcelona, Xalupada se identifica como gastrobar cervecería. Un barril te da la bienvenida en la puerta y el interior está lleno de pizarras con diferentes dibujos y frases, dándole casi una estética grafitera, aunque algo más sencilla. Una curiosa carta de copas y cócteles, cafés, infusiones hace que todo el que lo visite encuentre algo a su gusto. Es un local mejor para ir en grupo que no para una velada íntima.
Tomamos unos mojitos, bastante buenos y bien preparados en la barra delante nuestro que acompañaron de un bol de palomitas.
Me gustaría destacar la música de fondo, aunque es cuestión de gustos, rock de los 70 y 80 amenizaron nuestra copa, aunque el volumen hacía que para conversar, tuvieras que levantar la voz. Aceptable, pero no hemos probado su oferta gastronómica!

Debo volver a este sitio, sí. No lo había comentado antes porque no encontraba la tarjeta del bar y no recordaba el nombre exactamente así que…
Me gustó mucho y sobre todo, por la música, me gusta la idea de tomarme una cerveza en la barra de un bar y que me pongan una canción de Radiohead (por ejemplo) me va, poco a poco animando a querer quedarme allí y por tanto, consumir. No probé la comida pero sí que vi los platos y tienen esa estampa que te hace pensar en silencio, «aquí tengo que volver» y sí, lo haré.

Cuando la gente es agradable, se agradece.
Cuando te sirven prestamente, a buen precio, se nota.
Cuando los clientes solo saben decir cosas buenas de un sitio, es por algo.
Cuando logras un grupo de lo que se conoce como «habituales» es porque el local vale la pena.
Son muchos factores los que ayudan a crear un ambiente inmejorable en este bar. Sirven buena comida, buena cerveza y hay un buen rollo general en el ambiente muy apreciable, muy familiar, nada de sonrisas prefabricadas obligadas por contrato.
Por cierto, salieron en España directo hace un tiempecito. Personalmente, los descubrí por ello.

Este es el único bar en el que he conseguido permanecer durante más de doce horas, lo cual dice mucho en su favor, y posiblemente no mucho en el mío. Para este tipo de maratones es preciso, en primer lugar, buena compañía y en segundo lugar, un entorno que lo propicie. Aquí nos encontramos con un personal joven y alegre (los dos turnos que vimos pasar), que admite la broma e incluso participa en la misma, con espíritu jovial. Se bebe muy a gusto, paulatinamente, mientras van saliendo temas de conversación, al mismo tiempo que alguien va dibujando en la mesa, con las tizas que nos proporcionan los amables propietarios. Esta es una peculiaridad del bar que merece la pena mencionar y que los más habilidosos dibujando sabrán apreciar. Las mesas actúan de pizarra y uno puede dejar allí escrito lo que le parezca utilizando tiza de distintos colores. Hay que vigilar que este tipo de distracciones no nos desvíen en exceso de la conversación y sus alrededores –que siempre es lo principal-​, pero por lo general me parece una idea muy original, siempre que no se abuse de ella.