Calidad soberbia, ambiente increíble. Realmente ese tipo de restaurantes que te hacen dudar de qué pedir… Todo está increíble!
Jorge B.
Évaluation du lieu : 4 Barcelona
El pasado día 4 de enero de 2.014 mi querida mi mujer y una de sus mejores amigas, ya habitual en nuestras salidas gastronómicas, fuimos a comer con el propósito de recibir a los Reyes Magos como se merecen, con respeto y educación gourmet. El sitio elegido, gracias a la gentiliza que hacía mi tuvieron las damas, fue el El Kilo, restaurante que tenía muchas ganas de probar. Previa degustación de un olvidable Vermourt, al parecer casero, en una terraza de Enrique Granados, que no mencionaré por no ser relevante, nos presentamos a las 13:45 con puntualidad británica, hora en la que teníamos hecha la reserva. El Kilo es un restaurante situado en la calle Balmes, tocando Diagonal, de dimensiones pequeñas. Muy bien decorado. Sencillo pero muy elegante. Se respira armonía. La decoración está hecha con mucha coherencia y criterio. Consiguiendo con poco más que muchos restaurantes que no caen en la cuenta que el camino del exceso les lleva a veces al horterismo singular. Dispone de barra donde comer. Al entrar unas cuantas mesas y a la derecha unas encantadoras y acogedoras mesas redondas, casi parecen unos reservados y al fondo un comedor con una mesa grande para unos diez o doce personas. Este último también casi parece un reservado. Muy recomendable. La carta del Kilo esta compuesta a base de platillos, todo para compartir. Disponen de platos del día fuera de carta y de chuletón. Primero de todo, caña del doctor, para mirar la carta con detenimiento y con el fin de evitar la precipitación a la que siempre nos empujan los traicioneros estómagos. Desgraciadamente esta fue servida en forma de copa monstruosa y sin cariño. No en vano es la tónica habitual en Barcelona. Bien, nos decantamos por lo siguiente: Empezamos por unas notables croquetas caseras de gallina y jamón ibérico, muy buena textura, gran sabor, insisto de notable; proseguimos con unas excelentes alcachofas a la brasa, presentadas en plataforma metálica con brasas en su interior, para que terminasen de hacerse, las mismas le otorgaban un excelente sabor a la maravillosa alcachofa; seguimos con un también excelente Tataki de salmón «suke» con aceite de soja y genjibre 7, una maravilla, lágrimas interiores de felicidad y deseos mentales de volver a probarlo con la mayor brevedad posible, seguimos con un arroz de gamba roja, sentimientos encontrados en este plato, muy buen sabor, pero el grano de arroz quedó algo, sólo algo crudo, de haberlo sacado al punto hubiese sido de notable; continuamos con unos, aunque típicos, notables huevos de pagés rotos con patatas fritas y foie, muy bueno, melosos, los huevos riquísimos y correctas las patatas; finalizamos con un buen Steak Tartare, acompañado de tostadas y un cono de patatas fritas, bien la carne, quizá le falto mejorar la mezcla de las salsas, sobre todo la Perrins y la mostaza, apenas se dejaban sentir, en cualquier caso lo disfrutamos. Lo bañamos todo con excelente Ocho Patas un Albariño de 2.011. De color amarillo limón, intensidad media y sorprendentes matices en nariz. Un vino que en copa va evolucionando de forma muy interesante y satisfactoria. Precio: 19 euros. De postre pedimos un Coulant de Ferrero Rocher. Mi ignorancia en el apartado respostería es bastante alta así que por respeto a ustedes y con el firme propósito de no caer en un acto de injusticia respecto al Kilo, no haré ningún juicio de valor. Lo único es que me gustó. Finalmente cafés. Precio total tres personas: 78 euros. Local con producto fresco y de calidad. Carta corta y sencilla, sin riesgos ni aventuras extrañas. Hacen lo que saben hacer, que aunque sea una afirmación de sentido común hay restaurantes que pretenden ser el Bulli, por tanto ya es mucho que sean conscientes de sus limitaciones y que es mejor ir poco a poco. Presentación muy buena. Servicio muy joven, simpático y entusiasta, pero poco preparado, no obstante en su descargo debo decir que tal y como está enfocado El Kilo tampoco precisa de camareros de la antigua ausanza. Carta de vinos algo corta, aunque se agradece que tenga la opción de Magnum y botellas de 50 cl. Cubertería sencilla y copas de vino algo vulgares. En definitiva un buen sitio para disfrutar de unos buenos platillos, nosotros volveremos seguro. Para finalizar, y obedeciendo a nuestros felices estómagos fuimos a la cocketeleria Ideal, un templo, un oasis, un remanso de paz en medio de la Eixample. Degustamos tres gin tonics de Brooklyn, una nueva ginebra de Nueva York, seca, refrescante, maravillosa. Señoras y señores, vayan al Kilo y disfrutarán.
Ana A.
Évaluation du lieu : 4 Barcelona
He estado en este restaurante un par de veces y creo que es un sitio recomendable para ir a comer bien. Si quieres ir en fin de semana, mejor llama temprano para reservar porque suele estar bastante lleno. Me gusta la decoración, la música que ponen y el ambiente que han creado. Reconozco que de entrada esto es algo en lo que me fijo mucho al entrar en un sitio nuevo. Sentirse a gusto en el sitio en el que vas a comer es para mí fundamental. Los dueños han acertado mucho con la decoración y la iluminación. La carta es bastante amplia y puedes dejarte aconsejar por las recomendaciones del día que tienen fuera de carta. Normalmente, no se piden platos individuales sino cosas para compartir. Casi todo lo que he probado estaba buenísimo. Eso sí, no esperes que sea barato. Si comes a la carta, cuenta con pedir un par de platos por persona para quedarte bien compartiendo; eso, agua y postre te saldrá por unos 50 euros. Pero merece la pena. Si quieres probarlo a un precio más económico, también tienes la opción de ir entre semana. Tienen un menú por 15 euros bastante bueno y te atienden igual de bien con gran variedad de platos para elegir. Pero también reserva el sitio.
Jose Mari T.
Évaluation du lieu : 4 Barcelona
Montar un restaurante en los tiempos que corren es de valientes por eso es muy importante el diferenciarte de la competencia para tener lleno cada día y hacerte un hueco en el proceloso mundo de la restauración. Decía Einstein que«en los momentos de crisis sólo la creatividad es más importante que el conocimiento» y este nuevo negocio es un derroche de imaginación tal como cruzas el umbral de la entrada. Paredes, de ladrillo obra vista, y suelo, de madera envejecida, ambos de blanco inmaculado. En contraste el mobiliario de trabajo es de elegante color wengué. Balanza manual de pesas, sifones antiguos, improvisados revisteros en cajas de madera de cervezas de las de antes, sillas y velador en hierro forjado y ramilletes de flores en las mesas le dan al conjunto un armonioso toque neo rústico chic. El elenco de platos de la carta están escritos en la pared –pizarra de la entrada con el lema de «come y bebe que la vida es breve» con nombres tan sugerentes para salivar mientras lees como: «ensaladilla soviética”(junto a una hoz y un martillo), «aceitunitas ricas», «crème brulée de foie con higos»(¡qué maridaje más genial), «gazpacho de moras», «buñuelos de bacalao de mi madre”(porque no habéis probado los de la mía, claro), «anchoas de campeonato”(olé y olé), «patata, pop y pimentón», «jamón ibérico de bellota Maldonado»(tenéis que probarlo es espectacular y además porque es de Alburquerque muy cerca de mi pueblo natal) «chuletón de kilo plum», «carpaccio de buey con helado de foie», «hamburguesa de sobrasada con fondue de queso mahonés”(ya estoy derretido) o un «arroz cremoso de erizo de mar». La carta de vinos todavía es más hilarante en alguna de sus posibilidades como: «Menganito» en la opción de blancos, «Zutanito» en rosados y «Fulanito» en tinto. Tampoco le falta chispa al mundo enológico(puede ser tema de un post los nombres que se ponen a los nuevos vinos, me lo apunto) Para la noche hay opción de tomar la primera copa con sus cócteles, gintónics y minigintónics. Menú de mediodía a 14,90 euros y una opción más ligera y económica por 10,90 euros. A la carta 30 euros aproximadamente. Y a la hora de hincarle el diente que es lo que interesa… TODOBUENISIMO. ¡que no te lo cuenten! Van a correr ríos de tinta, o de posts, este otoño en referencia a este nuevo local. «Tripa vacía corazón sin alegría» es el lema que reza en el reverso de una de sus tarjetas de visita y en otra«a comer, beber y bailar que el mundo se va a acabar», y como último apunte también venden unas tazas muy molonas del equipo que los ha ayudado en todo esto