Bar68

Great place for a drink in El Raval. We stopped in for a drink but ended up doing the tasting menu with cocktails. Some of the best cocktails I have ever had with excellent tapas as well.
My person favorite was the «Maryland Sour» which is a hop-​infused vodka with elderflower liqueur, ginger sugar, grapefruit and «hemp» smoke, served in a wooden matryoshka, or Russian nesting doll.
The bartender Miguel was extremely pleasant and it was nice to hear his vision for this place.
Must visit!

El segundo hijo de Cisca Bar — Brutal no me defraudó en absoluto. Por donde empezar… es una coctelería bastante nueva, la decoración y las energías que transmiten son muy buenas, la luz del local es perfecta. La carta de cocteils es extensa y exquisita, además del servicio de los cocteleros y camareros insuperable.
Pedí un Zombie Magreb… con ese nombre ya podéis imaginar como que me quedé con la boca abierta… además en el momento de pedir las bebidas nos ofrecieron un tentepié (cortesía de la casa y plato de la carta), fueron unos rollitos de papel de arroz con tofu, arroz y lechuga acompañados de unas salsas pensadas para cualquier paladar.
Volveré a repetir la experiencia para degustar más platos de la carta y más cocteils.
Lo recomiendo 100%.

OK wow.
This is a fantastic place to go for beautiful cocktails and beautiful food in a beautiful setting that’s still somehow understated.
/​/​The Food
A friend and I shared 3 dishes:
— Remolacha and feta pannacotta was light and tasty
— Pulpo a la brasa with kimchi– also excellent
— Mejillones– this was my absolute favorite dish: served in a delicious rich broth with some bread to soak up the last drop.
/​/​The Drinks
The food was so so good, but I think cocktails are where this place really shines. We sat at the bar and watched as drink after drink (some for us, some for the rest of the restaurant) was made with surgical care. I started with a classic Old Fashioned, then made my way to a lighter spicy michelada (there were two on the menu), before I finally I landed on my new personal favorite: Sangrita with Centanario Plata.
I didn’t even know this was a thing, but I’m so glad I tried it. I was served a chalice of premium agave tequila alongside a mix of peppery tomato juice, michelada spices, and orange juice (no alcohol) to sip/​chase the tequila with. Apparently the chaser is designed to offset the peppery citrus of the agave tequila… Consult wikipedia:
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Cap the above off with a lively Raval atmosphere and friendly bartenders and you have yourself a fantastic Barcelona night.

The pork belly yakitori is really good, especially after a few drinks. The roast beef was good but not my favourite. Setting is unique and contemporary. Service was good and they had a unique drink they serve out of a smokey nesting doll… don’t ask… just go check it out for yourself! Neighbourhood is a little more sketch so watch your wallets!

Sí, sí, el sitio puede pasar desapercibido pero, una vez dentro, tiene ese encanto especial que tanto cuesta conseguir en otros lugares (aunque tampoco creo que la clave sea la decoración, la verdad). Hay sofás, una larga barra y ya han comentado por aquí que las plazas del piso de arriba quedan muy recogidas y son agradables. La selección de cócteles es muy amplia y tienen a tu disposición buenos licores (de esos que todo el mundo llama ahora «Premium»). Pero lo más importante, súper importante, importantísimo, es que tienen cerveza Mahou y… ¡la tiran bien! Y diréis: -«bueno, pero hay bastantes locales en Barna donde la tiran de lujo». Sí. Pero juraría que es el único local «de noche» donde disfrutar de tu vasito con espuma cremosa hasta bien entrada la madrugada, con peña muy ecléctica y música que va del jazz al reggae pasando por disco y clásicos del pop ochentero (depende del día, porque suelen tener noches temáticas).
De mis favoritos del Raval. ¡Ah! Y a escasos metros de la nueva Filmoteca y el Sifó.
Una pega: el lavabo es satánico.
Una curiosidad: sus propietarios también tenían el Mingus, pero lo traspasaron, por eso podréis encontrar paralelismos entre los dos.
Facebook:

Lo mejor de este local es la decoración, así entre reto y surrealista. Mezclan botellas de plástico que usan como lámparas con papel de flores en las paredes pero todo envuelto en un tono rojizo con toques de otros colores vivos. Pero no te imagines un sitio lleno de color: bueno, si lo es pero yo diría que los colores resaltan entre la oscuridad de este bar. Es una buena poción para tomar algo después de la cena. Yo siempre he ido a por mi gintónic de turno después de cenar, o a por unas cervecitas previas a la cena. Entre semana no hay mucha gente y se está muy a gusto. Como chica de barra que soy, si no voy en grupo, siempre me quedo en la barra. Hay mesas a bajo y un pequeñito espacio arriba subiendo por unas mini escaleritas. Ese rinconcito está muy chulo si vas con un grupito pequeño de gente y lo pillas libre, claro.

A escasos metros de la Rambla del Raval se encuentra el Bar 68, conocido por este nombre puesto que es el número de la calle en el que está ubicado. Simple, bonito y fácil de recordar cuando se va con prisa o la lluvia te coge desprevenido. La primera vez que fui era el cumpleaños de un amigo, el bar en el que habíamos quedado estaba cerrado y llovía a cántaros, así que entramos de manera precipitada en el 68 para no mojarnos más de la cuenta… y, sin pretenderlo, descubrimos un local perfecto para hacer la previa antes de la cena.
A primera vista parece una tasca típica del Raval, con el techo alto, las mesitas austeras y una enorme barra que invita a sentarte. Una vez has pedido la primera cerveza bien fría y te fijas con más calma en los detalles del local, te das cuenta de que la pared lateral está decorada con moldes de orejas enormes (que me recordaron a al estilo surrealista de Dalí), el resto de muros están empapeladas con motivos florales desgastados por el paso del tiempo y las lámparas están construidas con enormes garrafas de agua teñidas de rojo, que le dan un ambiente retro y personal al bar. Un estilo muy acorde con la esencia farandulera del barrio.
Aquel día no nos quedamos a cenar, pero si que probamos los mojitos y su variado surtido de cervezas. Sin duda, un buen sitio para empezar la noche y con un ambiente bastante bullicioso a medida que van pasando las horas. Supongo que el hecho de no poder fumar en el interior hace que la gente salga a la calle, se arremoline en la entrada y se forme una muchedumbre que llama mucho la atención cuando pasas por delante.

El bar 68 está prácticamente enfrente del Marsella, en esa pintoresca encrucijada entre las calles Sant Pau y Espalter donde los vendedores de cerveza y las prostitutas del Raval tratan de hacer negocio (cada uno a su manera: discretas las unas, más directos los otros).
Quizás gracias a esta puesta en escena y a que el bar esté a punto pero no termine de llamarse 69, me transmite más promesas de diversión y me provoca más tensión alcohólica que si lo atendieran un grupo de strippers empapadas en cerveza. La iluminación roja y la pared empapelada de flores (¿son girasoles? Ahora no consigo formarme la imagen) me recuerdan a días pasados en Ámsterdam. Sólo falta que proyecten alguna peli de Kubrick para que la birra en el 68 sea perfecta.