Otros días solo entré a tomar un café, para sentarme siete minutos en un lugar calentito y acogedor. Hoy comí una sopa de calabaza, con pipas de girasol por encima, que estaba riquísima. Al lado, una quiche de espinacas, ración generosa, que yo no la preparo mejor. Felicidades a la cocinera! La verdad es que, pasar por ahí, ver todos los platillos bien apetitosos detrás del vidrio y no entrar es misión imposible. Al crumble todavía no le he hincado el diente pero le tengo ganas. El servicio, amable y atento. El precio razonable. Repetiré!